Es de esperar que los sabores que ofrece un restaurante prometan instalar memorias positivas en los sentidos de un comensal. Lo que se vuelve un reto es lograr que el público desee seguir averiguando, a través de la carta, nuevos sabores y promesas. Esto es algo que La Posta ha logrado conmigo.
Esta sucursal solía ser una casona del siglo XIX, por lo que la adaptación para lograr un lugar acogedor no fue un reto magno, aunque reconozco el ingenio de la distribución de sus elementos y la inserción de la cocina y del esencial horno de piedra.
Aún con la decoración al interior con detalles italianos, yo recomendaría elegir una mesa en la sección de afuera, justamente por ubicarse en el barrio de Coyoacán. Adentro o afuera, el equipo culinario de La Posta logra enfocar la atención del comensal en sus sabores y montajes.
En cuanto a los alimentos, te recomiendo que compartas con algún acompañante para que puedas probar de todo. La carta de ensaladas ofrece once opciones. En caso de querer probar algo diferente a la rica, aunque típica capresse, te recomiendo la de palmitos con almendras caramelizadas.
Prueba al menos una de sus cinco sopas, yo me voy por la de formaggio con pomodoro (queso con jitomate), aunque, cada una de las sopas tiene el toque que una típica abuela italiana nos daría.
Ahora sí, los platos fuertes. Las pastas, las pizzas y los risottos son una obligación en cada visita. Obvio, si disfrutas de la carne, una bistecca sería un elemento importante en tu mesa. (No te voy a mentir, cuatro de cada cinco veces que voy, ordeno el risotto alla milanese.)
La elección de las pizzas puede tomar un tiempo, la gama es grande, pero, siendo sinceros, no hay manera de tomar una mala decisión.
Te recomiendo especificar el término de la carne o pescado que pidas, aunque el chef Simone Dana sabe muy bien cómo manejar sus productos.
La carta de vinos considera gustos mexicanos, españoles, argentinos y chilenos; tintos, blancos y rosados. Inclusive, en su página puedes consultar las notas que cada uno otorga y con qué platillo maridan bien.
Sería un pecado irse sin comer algo dulce. No dejes de probar los profiteroles, uno de los postres predilectos de muchos italianos. También sugiero el fondant de chocolate, a diferencia del no tan apantallante pastel de tres leches.