Estamos tan acostumbrados a la estética de las casi 15 mil Michoacanas en todo el país, que al entrar a ésta resulta inverosímil que se trate de una de las sucursales más antiguas de la cadena de paleterías. A pesar de que conserva los colores que identifican a este negocio eminentemente familiar, es un poco más grande de lo normal y tiene vitrinas mucho más vistosas y amplias.
Además es conocida por vender opciones que no hay en otras sedes. La paleta de mazapán y la nieve de chicle multicolor, por ejemplo. Lo difícil de ir a esta Michoacana es que, por muy nuevo o experto que seas su carta, siempre elegir lleva su tiempo. Siempre.
Su agua de coco colado es famosa. Pero también las fresas con crema, la malteada de chocolate, la paleta chemisse cubierta con chocolate, todo lo que lleve escarchado de nuez y arroz inflado, el agua de horchata y d mango y de cítricos. Todas las opciones son tan competentes, que no puedes darte el lujo de escatimar calorías.
Esta paletería es una parada obligada para quienes visitan el Parque Revolución. En Azcapotzalco la gente es asidua a las aguas frescas, helados y paletas. Eso se nota en el número de establecimientos que las venden. Pero la Michoacana de la Nueva Santa María es única.