¡Bienvenue a la provence! Es cocina francesa clásica sobre Álvaro Obregón. Para la temporada de calor hay que aprovechar los lugares en la parte exterior. Las mesas y las sillas coquetean con su madera oscura, por dentro es blanco, azul y ladrillo a la manera de la campiña francesa y al techo lo decoran unas espectaculares lámparas de cristal teñido ligeramente de amarillo. La vista a la cocina a través de la barra de servicio le da el calor personal a la visita.
Para comenzar te recomendamos un coctel de la casa, como el provenzal con gin, romero, albahaca, aceitunas y un bitter de flores; es amargo y herbáceo, un perfecto aperitivo para paladares maduros. También está el rouge con vodka, chambord –licor de frambuesa– y frutos rojos, la opción dulce y burbujeante.
La Marseillaise es el lugar en donde los franceses de la zona llegan a comer, pues los sabores están apegados; son recetas clásicas y frescas, como el estofado de res, velouté de pescado, bullabesa y choux rellenos.
Pregunta por la suggestion du chef, pues van ofreciendo cosas distintas. Probamos una terrina de ternera, lechón y panza de cordero, combinado con pistaches, avellanas y pimienta negra, encima lleva un aspic –gelatina– de vino tinto. Fue una probada demasiado sutil en sabores, contrario a la decoración llamativa con nueces y granos de sal. El paladar tarda un poco en percibir el diseño culinario pues es complejo, no puedes esperar el golpe alto de aromas. Las carnes tienen distintas intensidades que resaltan con los granos, tanto el aspic como la vinagreta de frutos rojos envuelven de manera ácida todos los sabores y la textura gelatinosa. Una entrada impecable con una pequeña ensalada de acompañamiento.
De plato fuerte llegó una brandada de bacalao con aceite de trufa; lleva papa y ajo, la mezcla de sabores es espectacular, el nivel de sal que usaron estaba a punto de pasarse, pero logrado de manera plausible al sentir el aceite de trufa (también en su punto) y comer la ensalada. Todo nivelado al mínimo detalle.
Para el postre dejamos atrás la crème brûlée, el mousse de chocolate y el merengue; mejor nos aventuramos a un queso de cabra marinado en aceite de oliva y finas hierbas, lo dulce viene concentrado en una mermelada de melón y jitomate. Este postre juega con lo salado y lo dulce, además se acompaña con un poco más de ensalada que aporta notas vegetales. Uno de los postres más complejos que puedes probar en aromas y texturas, es sin duda uno de los mejores elementos del menú.
Los precios elevados de los platillos se justifican con la técnica de la cocina y la experiencia de probar lo clásico sin que sea aburrido. Come y cena de lujo, es la promesa silenciosa de La Marseillaise. Si te gusta la cocina francesa no correrás riesgos con La Marseillaise, que también se recomienda para nuevos seguidores.