Este palacio de la Santa María la Ribera está dedicado exclusivamente al ramen, manejado por chefs del también delicioso Rokai. Su carta es sencilla, solo maneja cuatro diferentes; miso, soya, sal y vegano, además de tres entradas; gyozas, arroz al vapor y frito. Y es que los chefs prefirieron ponerle atención a solo un platillo que tener una carta abundante.
Cuando llegué, había fila. Una lámpara y una cortina japonesa te dan la bienvenida. La verdad es que Jametaro no es un restaurante ostentoso. A pesar de tener un espacio amplio, solo cuenta con dos mesas para cuatro personas y una barra en forma de ele para albergar a seis más.
Después de 20 minutos, por fin conseguí un lugar en la barra. Eran las 3pm y ya no había entradas, solo platos de ramen, así que mis acompañantes y yo nos pedimos un miso, un soya y un vegano.
El soya viene con una rebanada de chashu, medio huevo, una hoja de alga y cebillín. El caldo es salado y deja ver los fideos del fondo; mientras que el miso, además del chashu viene solo con germen de soya, pero el caldo es más espeso; el vegano tiende caldo blanco y zanahoria, col y ejotes blanqueados. El sabor de los fideos y el caldo de los tres es realmente delicioso, esa confort food que necesitas cuando tuviste un día difícil.
Los tres platos de ramen que probé fueron deliciosos, pero serían un poco más balanceado el costo-beneficio si tuviera más topings como bambú, ajo tostado o incluso tofu para los veganos, ya que para la oferta actual de ramen en la Ciudad de México, a veces, no se aplica el menos es más.