¡Ya basta de generalizar! No todo en la comida mexicana son frijoles y no toda la comida gringa es chatarra, ¿estás de acuerdo? La comida de nuestros queridos amigous al norte del continente se merece una definición más suculenta, abundante, cómoda, carnívora y mestiza; pues logra citar los sabores preferidos de varias cocinas del mundo en un mismo manuscrito culinario.
Si aún me tomas por exagerado, basta que te des una vuelta por los restaurantes de cocina estadounidense en la CDMX, y particularmente a Houston’s Grill, del chef Alberto Ituarte (Aitana) en Oasis Coyoacán, y que su placentera pinta de hogar afable no te confunda, no es una sucursal importada a un centro comercial, sino una embajada del reino del BBQ. Libera tu espíritu animal y ensúciate —demasiado— las manos, lleva la mancha de salsa y adobo a otro nivel, o hasta las muñecas.
Hay alitas boneless con salsas BBQ, red hot y habanero. No podía faltar el tilde mexicano con una de tamarindo y chile morita, cuya recomendación va con una fría cerveza artesanal para alivianar el nivel de picor. Si te animas por una sopa pide la crema de jitomate y cásala con un martini de mazapán de la casa; los sabores dulces auspician un matrimonio provechoso. También hay ensaladas como la cobb, con pollo, camarones y queso azul; o el fish & chips, ideal para el partido de fut y bajarte los mareos etílicos. El apartado de entradas me dejó una expresión de contentamiento pues supieron abrir mi camino al gozo, pero esta se borraría de inmediato.
El miedo a fallar con mi elección o a un traspié de la cocina con el plato fuerte me hizo temblar. Decidir entre brisket, pulled pork, hamburguesas y cualquiera de las carnes a las brasas no fue tarea fácil. Me fui por —la que consideré— una tangente, un sándwich de brisket y en lugar de acompañar con papas fritas, pedí mac & cheese. Lo sirven muy a la americana en una tabla de madera: el brisket de res (pecho) estaba suave, embarrado de BBQ de la casa, gratinado con cheddar y perfeccionado con una lonjita de tocino; todo entre un bollo artesanal pasado por la parrilla. Sólo encontré dos detalles con este platillo. El dulzor de la BBQ me empalagó, si le bajan dos pizcas al azúcar estaría genial; y el otro, la sazón de los macarrones con queso, que no es falta de sal, sino de algo que despunte su frecuencia de aromas, pero aplaudo la consistencia, temperatura y humedad.
En resumen, fue una prueba superada y me siento listo para los 650 gramos de houston’s bbq ribs, y sin chistar, para el new york cheesecake o un cobbler de manzana. Les debo una segunda visita a la versión comfort food del chef Ituarte, pues me gustaría verles con más Estrellas Time Out. Y que conste que los comensales sabemos apreciar cuando hay gentileza y justicia en los precios de este tipo de establecimientos.