El lugar es al aire libre con una distintiva vista hacia las jacarandas. Los equipales de colores cobrizos dan un toque prehispánico, mientras las paredes se adornan con alebrijes y máscaras.
De cortesía te llevan el mezcal mono araña, traído de Oaxaca y destilado en alambique de cobre. La coctelería de la casa está hecha a base de champaña. Prueba el twinkle con vodka y un suspiro de flor de sauco, pero si prefieres los sabores ácidos recomiendo el french 75 con ginebra, limón y un poco de naranja.
La variedad gastronómica corre a cargo del chef Gerardo Delgado (hotel María Condesa H&S). Como entrada pide los sopecitos de masa azul o los tlacoyos que traen salsa molcajeteada, nopales y pico de gallo, que seguro no querrás compartir. Abre el apetito con una sopa de frijol negro zacatecano y un toque de hierba santa. La torta ahogada tiene un intenso –pero ideal– picor de chile guajillo con mulato y su carne al punto.
En esta joya escondida en la Condesa puedes trabajar con tu laptop, llevar un libro o a ese alguien especial para una primera cita. De miércoles a viernes tienen música acústica en vivo a partir de las 9pm.