Los hot dogs ya son nuestros, mexas; les ponemos guacamole, varios chiles, pico de gallo o hasta cochinita pibil. Son un imprescindible del streetfood y de la comida que se rifaban nuestras madres cuando éramos niños. Pero esa delicia tiene su origen hace muchos, muchos años. Y como muchas otras de las cosas deliciosas que amamos, se la debemos a los migrantes.
Cuando los alemanes llegaron a Estados Unidos, se llevaron consigo sus imprescindibles salchichas, en concreto, las estilo Frankfurt. Y fue un panadero alemán de apellido Feltman, luego de poner un puesto en Coney Island, en Brooklyn, quien empezó a vender los hot dogs, aunque todavía no se llamaban así. A Feltman le fue tan bien que pudo abrir su propio local, que resultó un éxito y logró expandirse.
Pero la historia del hot dog le debe mucho también al inmigrante polaco Nathan que, luego de trabajar un tiempo para Feltman, abrió su propio local que también fue un éxito y que, hasta hace unos años, tenía un par de sucursales en la CDMX.
En cuanto al nombre, ése se lo debemos al caricaturista Tad Dorgan que, cuando vio un hot dog en un partido de béisbol, no pudo evitar pensar en los perritos salchicha.
Ahora, los hot dogs son dignos competidores de las hamburguesas en cuanto a conveniencia y monchosidad. A continuación te presentamos los más atascados de nuestra querida Ciudad de México.
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