Mucho de lo que sabemos de Bélgica tiene que ver con comida: waffles, chocolate, papas fritas, cervezas robustas. Y, como descubrimos en Frituur, esa es apenas la punta del iceberg. Este bonito lugar, hermano del food truck de hotcakes La Poffería, ofrece desayunos, snacks, cenas y postres típicos de Bélgica y Holanda. ¿Por qué esos países? porque Glenn Van Damme es originario de Zelanda, una provincia holandesa a quince minutos de la ciudad de Brujas, en Bélgica. Hace poco más de cuatro años que vive en México, pero fue desde la pandemia cuando decidió junto con Gypsy Lara dar a conocer los platillos originales de aquellos lares.
Primero tenía que probar lo que los está dando a conocer: las papas fritas con distintos toppings. Pedí las Frites con stoofvlees, que van con un estofado de res preparado con cerveza belga Brugse Zot Dubbel, y las acompañé con esa misma cerveza. ¿Cómo consiguen la textura perfecta de las papas? Me explicaron que están hechas según la tradición flamenca, con doble fritura, primero en grasa animal y una segunda más caliente para que estén crocantes por fuera.
El estofado va servido con una buena porción de mayonesa casera que no le roba protagonismo; es espeso y toma el dulzor de la cerveza oscura. Tip: cómelo en cuanto te llegue para que puedas sumergir las papas fácilmente.
Otros snacks muy sabrosos fueron el Kaaskroketten (como una empanada frita de quesos holandeses) y el Scampikroketten, unas barritas de camarón con un toque de guajillo. El chiste con todos sus snacks fritos es que los chopees en sus distintas salsas caseras (por cierto, yo también le sufrí a los nombres, pero todo está detallado en la carta). Otro dato: los sábados encuentras mejillones al vino blanco como dicta la costumbre belga.
Al llegar al postre, me explicaron que tienen dos estilos de waffles, los de Lieja (exhibidos en la barra) son redonditos y un poco más densos. Los puedes elegir con chocolate amargo, canela, crema de vainilla o pasta de galleta; y los de Bruselas, mucho más aireados, de los que hay opciones saladas y dulces. De estos últimos pedí el belga, perfecto en su sencillez, fue como comer una nube con fresas y una crema batida para nada empalagosa.
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