En pleno corazón de la Condesa –y ahora en el mío– se aloja esta pequeña panadería que presume su gran alma francesa. Las vitrinas te permiten ver todo lo que puedes comer –bien ahí–, porque como dicen: el que no enseña, no vende.
Sabes que la dieta está por acabar y que serás tan goloso como puedas, el arlequín de porcelana en el escaparate lo dice: “Pierrot Gourmand” (Pierrot Goloso). Si piensas sentarte a degustar alguna de todas las calorías disfrazadas de inofensivos panecillos, te recomendamos ir solo; el lugar tiene una barra y un par de bancos altos. Es un sitio tranquilo y muy limpio.
Las recetas son auténticas, vienen de Francia y el pan es del día. El hit del lugar es la tarta de chocolate, crujiente y firmada con chocolate blanco en la tapa –empalaga en la penúltima mordida–.También ordena el legendario carrè cremé en versión mini y con crema pastelera. Los precios son lo mejor, puedes encontrar las versiones mini desde cómodos 12 pesos, hasta los hermanos mayores en 50 pesos.