Si además del número de estrellas pudiéramos compartir las caras de felicidad de sus comensales, este lugarcito encantador con menú basado en la cocina coreana se llevaría de calle a varios locales más sofisticados. Los fundadores son la repostera mexicana Marifer Millán y el chef coreano-estadounidense Allen Novack, quienes se conocieron en Nueva York, trabajando en grandes restaurantes como Eleven Madison Park y Momofuku. Su alma de tragones los llevó a crear un lema para cuando sales a buscar cosas ricas: "fat boy moves", y así decidieron bautizar su primer comedor, que sirve comidas, cenas tempraneras y brunch los fines de semana.
En su breve carta destaca el arroz frito con tocino y kimchi (col fermentada picante) de la casa, al que puedes agregar una orden de arrachera. Pruébalo y seguro seguirás el precepto chino de no dejar en el plato ni un granito de arroz: verás que está en su punto, no batido, que el kimchi es muy equilibrado en acidez y picor, que junto con el tocino dorado y saladito hace que la serotonina se dispare en tu cerebro. Y no hay modo de perderse sus tallarines con chamorro y verduras, o el sándwich banh mi de pork belly hecho por ellos. Debes ser un gran estratega, para medir tu apetito y al final poder pedir las cochidonas, tres pequeñas y esponjadas rosquillas con glaseado rosa y cara de puerquito, que se van a robar tu corazón y tu paladar para siempre.