El Pato con Sombrero

Adentrarse en el complejo Nonoalco—Tlatelolco, sobre todo para aquellos que no están acostumbrados a desplazarse entre los recovecos de la ciudad, puede ser una experiencia similar a la que vive Alicia en el País de las Maravillas. Claro, en esta zona hay más automóviles y puestos de garnachas que conejos blancos, pero el laberinto de edificios invita a perderse entre ellos.

Perdiéndose y encontrándose es como se llega al Pato con Sombrero, una curiosa cafetería localizada en la planta baja del edificio Ignacio Ramírez, pasando un huerto urbano.

El sitio es muy pequeño pero agradable. Hay libros infantiles y revistas para entretenerte mientras te tomas un café o un té. Todas las semanas ofrecen creaciones de repostería bastante llamativas. El día que los visité, por ejemplo, había promoción de “puerquitos en su mugre”: unos cupcakes muy coquetos cubiertos con fondant de chocolate, sobre el que asoma una carita o un trasero de cochino, cola enroscada y todo, elaborados con gomita de fresa.

Es fácil dejarte llevar por los nombres de libro de cuento de sus especialidades, como la teterita para echar el chisme (lástima que el té que sirven en sus teteras tan cute sea de bolsita), o por sus crepas abundantes en queso.

Pero si tienes hambre, vale la pena pedir un cocodrilo, que no tendría dificultad para coronarse como el rey de los sándwiches. El pan tiene la forma del reptil y mide aproximadamente unos 30 cm. El sándwich puede ir relleno de jamón y queso, o tres quesos. Recomendamos compartirlo, o comerse la cabeza y las patas delanteras, y guardar la cola y las patas traseras para después.

Si los cocodrilos no son lo tuyo, puedes pedir tu emparedado con pan en forma de elefante, de alacrán o de tortuga. Tienen todo un zoológico. Nos contaron que hacen pedidos especiales a una panadería de la zona, quienes elaboran este tipo de delicias de forma artesanal desde hace décadas.

En caso de visitar el Pato en un día caluroso y no estar de humor para bebidas calientes, sus nevaditos y frappés, que pueden ser de chocoretas, galleta, cajeta, mango, frutos rojos o piña, refrescan y endulzan el paladar.

Una cafetería salida de un cuento infantil en pleno Tlatelolco, ¿quién lo diría?