Una de las pastas preferidas en todo el mundo, el fettuccine, está hecha a base de sémola de trigo, huevo y agua. Esta antiquísima y sencilla mezcla con la forma de cintas planas y alargadas ha acompañado al hombre desde tiempos remotos. Es también conocida por algunos como tagliatelle o tallarines; la diferencia se basa en los milímetros que tienen de ancho entre una y otra, aunque honestamente a la hora de comerlas son datos que no distraen al paladar.
Esta pasta tiene registro por primera vez en la región de Emilia-Romagnia en Bolognia, y existen muchas formas de comerla —obviamente las encuentras en los restaurantes italianos que hay en la CDMX—. La que hoy te tiene aquí leyéndome es el fettuccine Alfredo, tal vez una de las fórmulas más famosas y con el secreto mejor guardado: en cuatro generaciones no se ha podido igualar por nadie más, ésta fue creada por Alfredo di Lelio en 1908 y vendida en el restaurante de sus padres a partir de ese momento.
Cuenta la historia que Alfredo la preparó a su esposa, a quien vio atenuada después de dar a luz, así que amasó la sémola, la condimentó con agua, parmesano y mantequilla. Una vez lista fue hasta donde ella estaba y frente a la imagen de Santa Ana, protectora de las madres, le dijo “Se ti piace, dimmelo una volta, se non lo mangio”; es decir “Si te gustó dime de una vez, que si no, me lo como yo”. En 1916 abre sus puertas el primer Alfredo di Roma. Y de ahí pal´ real con el fettuccine Alfredo.
Después de 104 años probablemente al menos 70% de los terrícolas conocemos o hemos comido una versión del Fettuccine all´Alfredo (fetuccini Alfredo, pa' los cuates), casi cualquier restaurante de comida italiana del mundo la sirve y en nuestra ciudad cada uno aporta su propia interpretación. Así que “se ti piace” aquí unos lugares donde vale la pena romper la dieta: los mejores fettuccine Alfredo de la CDMX. ¿Te atreves?
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