Ya es un clásico para después del reven, donde llegas todo enfiestado y hambriento y de buen humor y ves trasnochados parlanchines vestidos para distintos eventos, desde bodas hasta festivales rockeros. Pero no todo es en la noche: comer o cenar allí con amigos o familia siempre es buena opción si tienes antojo por comida mexicana sencilla, limpia, fresca, rápida y caliente. Pero no estamos hablando de cualquier taquería. Lo que ha ocurrido con El Califa desde mediados de los noventa ha sido la transformación de la era: una gran taquería a una leyenda donde hasta las celebridades del cine y la TV van a echarse sus tacos.
¿Cuál puede ser el secreto de su sabrosura? Las salsas, lo jugoso de la carne, las tortillas, es difícil inclinarse por uno u otro, pero todo es muy rico. La ollita de frijoles alcanza para dos, y también los originales cráteres (tostada con queso derretido), pero los tacos de pollo al perejil, de chuleta o bistec, las famosas gaonas y los pastores, con costra de queso tostado o queso derretido, con aditamentos como aguacate, cebolla o nopal, sí que te los comerás sin compartir, con un tradicional Boing o jugos de fruta hechos allí o una chelita helada. Quizá para el maravilloso flan de queso casero sí pidas dos cucharas.
Los meseros son amables y muy profesionales, llevándote todo pronto y más si te apasionas pidiendo un taco tras otro. Si está lleno el lugar, calma, en unos minutos se desocupará una mesa, para que puedas disfrutar, y mientras tus amigos esperan, puedes estacionar el coche, o hay valet. Lo cierto es que no hay mejor manera de terminar la noche, pues panza llena, corazón contento. Y si te esperas al día siguiente, seguro que te curan la cruda.