1. Kombucha Simbiótica
Fernanda Iturbide y Tania Góngora empezaron a elaborar kombucha desde el 2017 en Cuernavaca. En su proceso de producción artesanal mezclan la base de té verde, agua de manantial, panela —extracción de caña de azúcar con trapiche— y scoby, el hongo fermentador de esta bebida. La dejan fermentar por seis o siete días, embotellan en vidrio y realizan una doble fermentación en la que añaden los demás ingredientes.
Infusionan hierbas medicinales, raíces y pocas veces frutas. ¿La razón? No añadir azúcares a la kombucha. Sus coloridas bebidas agarran el tono de pigmentos naturales. Tienen cinco sabores de planta: té verde, jengibre con cúrcuma, hierbabuena con menta, romero jamaica y carbón activado con zarzaparrilla.
El plus es que ofrecen una plataforma educativa para sus clientes y talleres para informarlos sobre los procesos ya que son especialistas en alimentos y biotecnología de probióticos, así que seguramente saben lo que hacen.
Encuéntralas en: Mercado el 100, Vegamo, Bellísima y Aura Vegana o pide tu caja de doce piezas —puedes mezclar sabores— o individual por mail, redes sociales o WhatsApp.