Los sureños tienen la fortuna de vivir en una zona con casonas increíbles, calles empedradas que te harán sentir de vacaciones y propuestas deliciosas para comer y beber. Sigue leyendo y entérate de dónde puedes desayunar, comer y cenar en San Ángel.
Este barrio tiene su origen en la época prehispánica; ahí se asentó la población indígena tepaneca de Tenanitla, “junto a la muralla de piedra”, que se relacionaba con los pueblos vecinos de Coyohuacan y Chimaliztac.
Después de la conquista, San Ángel formó parte del Marquesado del Valle, que fue uno de los terrenos que la corona española le otorgó a Cortés. Durante la Colonia se construyeron en la zona dos de los templos más importantes: el de San Jacinto y el del Carmen. Además, gracias a las aguas del Río Magdalena, crecían muchos árboles frutales, lo que propició la fundación de San Ángel.
En la Época Porfiriana, cuando el barrio todavía estaba aislado de la capital, las familias ricas construyeron ahí sus casonas de descanso. Fue hasta finales del siglo XIX cuando la inauguración de fábricas como Loreto, La Alpina o La Hormiga obligaron a fortalecer el transporte y la vivienda en la zona.
En 1952, cuando comenzó el trazo de Avenida Revolución, y más aún en 1955 cuando se empezó a planear Insurgentes, la mancha urbana se fue acercando a San Ángel, hasta que se convirtió en parte de la ciudad.
Hoy, San Ángel está lleno de restaurantes, cafés, calles peatonales y lugares para comprar artesanías que hacen de la zona una opción increíble para pasar el fin de semanas. Así que prepara tu cubrebocas y tu protector solar y lánzate a peinar este barrio sureño.
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