Rompí la primera regla al visitar Niddo: no probar el grilled cheese de gouda y cheddar, ni el mac n’cheese con salsa bechamel. Para mi suerte estos platillos estrella se terminaron, situación que me hizo pedir opciones que ni siquiera pasaron por mi mente, pero que por la atenta recomendación de la casa me convencieron. Así recibí el apapacho culinario del que tanto se habla.
Comida que llena el alma gracias a las elecciones de la chef Karen Drijanski y su hijo Eduardo Plaschinski, a quienes verás en acción desde la cocina abierta. La cultura de las especias se asoma en cada opción del menú, como fish cake servido en un esponjoso pan brioche con filete de pescado desmenuzado a la plancha, acompañado de ensalada de col con manzana; la sazón es un abrazo de especias fusionadas con los sabores del mar.
Por humus casero no se detienen, lo encuentras en la ensalada de pollo con quinoa, una buena opción de sabores conocidos pero avivados. El bagel veg que lleva aguacate y zaatar remite a la hora del brunch, pero pedirlo por la tarde nivela el apetito y deja antojo suficiente para todavía hojear la carta.
El french toast de babka es prueba clara de que el postre es alimento para el espíritu, pan elaborado con chocolate y toques de canela acompañado de compota de frambuesa y crema. Niddo es el tiempo y espacio de la comida reconfortante, una propuesta que remite a los sabores hogareños para hacerte sentir mejor con cada bocado.