Santa María la Ribera es de mediados del siglo XIX, data del año de 1861 así que caminar por sus calles es recorrer uno de los primeros fraccionamientos de la Ciudad de México. Hoy en día, esta colonia comienza a marcar tendencias y a explorar nuevas áreas de la gastronomía local. Entre mercados gastronómicos, comida rusa y japonesa, no rompas tu cartera y sigue esta guía para que pruebes de lo mejor sin gastar tanto.

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Come por menos de $150
¡Ya le tocaba a Santa María La Ribera! Esperó su turno y ahora recibe a un mercado gastronómico que llega para complementar las propuestas bohemias, típicas, internacionales y contemporáneas que caracterizan a la colonia.
El pintoresco mercado se ubica en Manuel Carpio, a cuadra y media del Kiosco Morisco, un monumento que se instaló en 1902. En Mercado Morisco encontrarás murales que a todo color logran representar los tintes de una colonia que tiene dos siglos de vida, con los obligados toques naturales de la construcción de ladrillos y cemento de un mercado gastronómico moderno de la CDMX. En pocas palabras, el lugar invita a vecinos, extranjeros y golosos de la CDMX a probar su oferta.
La idea es apoyar conceptos locales e incorporar aquellos que le darán más variedad. Encontrarás locales como Hot Dog Ramírez con sus grandes porciones y combinaciones; Ensaladas Pepe’s con sándwiches, panini y las opciones ligeras y orgánicas; Chancho Pork Lovers se luce con las chancho ribs a la BBQ (pide la de habanero), con aros de cebolla o los bollitos con cochinita (chanchitos); para la tarde está Mandala Pan y Café en donde más vale probar una concha de cardamomo o morir en el intento; los antojitos mexicanos llegan con Hacha y Machete, un servicio de catering que ofrecerá un menú diferente cada mes en su local; las alitas teriyaki o el plato botanero de Hell’s BBQ son la opción para cuando vas en grupo y acompañar con cervezas (miércoles a 15 pesos).
Vivimos en la era del...
Santa María la Ribera, tan rica en arquitectura y cultura, ahora se pone más sabrosa con estos aromas. La Tiendita de San Pascual Bailongo, el restaurante con toda la personalidad de la colonia, ha decidido poner la cafetera al máximo con este lugar.
Se trata de un café galería que ocupa un espacio cómodo con actividades culturales. Hay una mesa de madera con una banca y la barra parece hecha con material reciclado, un concepto sencillo. El resto del lugar está dedicado para exponer las obras de un artista cada mes o para proyectar películas.
Probamos un espresso doble de su café orgánico de Oaxaca, es de grano arábica con un sabor más intenso y un aroma más frutal que un grano de menor altura. También tiene más cafeína, así que uno de éstos por la mañana te pondrá a bailar.
Ahora, si necesitas algo más que café, San Pascual le echa piquete a tu taza si pides un mexicano. Es una combinación de café con chocolate y mezcal. No es precisamente una
bebida para desayunar con uno de sus croissants, pero afortunadamente te sirven los platillos de La Tiendita y después de un niño pobre de cordero (hamburguesa), este trago te llevará a la gloria.
Durante este mes, expondrán grafiti con artistas de la misma colonia. Si quieres acercarte al paraíso, ven a la Santa María a pedirle un café a San Pascual.
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La voz no tardó en correrse entre los otakus: en Santa María la Ribera había un lugar medio secreto, un minúsculo local donde además de servir ramen y vender dulces Pocky, te prestaban ejemplares de manga y libros en japonés que podías leer (o por lo menos hojear) en lo que llegaba tu comida. El Café King se volvió un lugar de culto, siempre lleno (lo cual no era difícil, pues apenas le cabían unas 10 personas apretujadas) de japoneses y japonófilos.Eso fue hace unos cinco o seis años: Isamu Ito, propietario y único cocinero del Café King, no lo recuerda con precisión. Pero sí está seguro de que fue en febrero de este año cuando se mudaron a un local mucho más grande. El tamaño, no obstante, sigue siendo insuficiente para la enorme demanda de ramen, udon, onigiri, sushi, pan al vapor y otras delicias japonesas, lentamente preparadas una por una por Isamu. Mientras el hambre crece, los comensales se entretienen con té, malteadas de matcha y cervezas de 18 pesos (que muy atinadamente dejan de servir a las 5 de la tarde para evitar borrachos).El nuevo espacio no podría ser más encantador. Además de la minibiblioteca, las tres divisiones que componen el Café King están retacadas de muebles dispares, carteles de películas clásicas, fotografías antiguas, artesanías mexicanas, señalamientos callejeros y un sinfín de eclécticas chácharas. Se antoja quedarse horas, pero hay que ser considerados y cederle el lugar a los siguientes clientes, que seguramente ya tienen hambre.
Si crees que comida asiática es sinónimo de buffet chino y sushi, te hace falta más de la gastronomía india. La intención de Alberto Bermont, propietario y chef de Naan en Santa María La Ribera, es regalarnos un poco de la India en cada bocado.
Alberto afirma que no somos tan distintos en cuanto a gastronomía ya que en la India cuentan con fondas; esa similitud lo animó a abrir su local de comida corrida india. El nombre del nace del tradicional pan salado con ajo: naan.
El lugar es pequeño y la decoración sencilla, pintado de color melón y le adornan imágenes de lugares característicos del país asiático.
El platillo principal es el curry y lo puedes comer en cinco versiones diferentes, desde pistache hasta lenteja roja. Me fui por el bombay de tamarindo, se saboreó un poco espeso aunque con mucho sabor, y sentí que más jugo funcionaría bien.
El laasi es una bebida típica con leche de coco, cardamomo y sal; a pesar de que no soy fan del coco le di oportunidad y probé el de mango. Resultó una peculiar y muy refrescante mezcla.
Rematé con la samossa, equivalente a una empanada, rellena de vegetales con una agridulce y adictiva salsa chutney de mango. Para el poco tiempo que Naan lleva abierto nos dejó satisfechos para experimentar sabores y culturas. Midorys Canales
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Acepta el reto para ver si eres El gran suertudo: en menos de 20 minutos, cómete y no pagues una hamburguesa de seis carnes, seis quesos, jamón, piña, tocino, tiras de pollo frito, chorizo argentino, chistorra, arrachera y hojuelas de papa. De acuerdo a los encargados, hoy en día esta hamburguesa pesa más 2.6 kg y tristemente nadie ha podido con el reto. También la puedes pedir como una opción familiar y compartirla con muchos, cuesta 250 pesos.
No todo es atasque, en este recinto de comida norteamericana también tienen las hamburguesas individuales, las de pollo, las papas fritas, las tiras y las alitas de pollo, entre muchas otras cosas.
Las alitas de pollo son una de las fortalezas de sus freidoras; de hecho, tienes que pedir unas para acompañar cualquier otra cosa que vayas a pedir, en serio. Son jugosas, calientes y repletas de salsa. También preparan las tiras de pollo, que son una versión boneless (sin hueso) de las alitas, prueba las buffalo hot strips, son suavecitas y muy picosas.
Sus hamburguesas son más que cumplidoras y rendidoras: una vez que comes una de Lucky Paul’s, en algún momento posterior de tu vida te llegará a la cabeza el deseo por venir y comer otra. A mi me gusta la buffalo bill porque lleva esa salsa buffalo de las alitas y blue cheese (queso azul). Si no eres fan del queso azul lo puedo entender, mejor pide una dirty susy. Es de doble carne rellena de quesos y chipotle, suena enorme pero la verdad es que la porción es la adecuada –tu boca es...
La quesadilla, ese delicioso platillo que los defeños supimos mejorar agregándole otros ingredientes además del que la bautiza. Pero, ¿cómo hacerla todavía más increíble? En los noventa, los de Las Jirafas dieron con la respuesta: quesadillas gigantes. Con 45 centímetros se ganan su adjetivo a pulso (si no tienes cinta métrica a la mano, estira el brazo y del codo en adelante imagínate tu quesadilla). La de costilla con tocino y queso es especialmente atascada, pero puedes armar tu propia combinación. Para acompañar, las cervezas vienen en medida acorde a los platillos: yardas.
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Paredes rosas, un tapiz de plantas verdes, pequeños focos en serie y cuatro amplias mesas de madera le dan vida y toda la buena vibra al ritmo del rap a las mejores pizzas que he probado en toda mi vida —y tómalo de alguien que no es tan fan de esta típica comida estadounidense—.
La cocina está a la vista del comensal: el refrigerador, el horno en el que todos los sabores se juntan y la barra en la que Saúl Chávez hace la magia con queso mozzarella de gratinaje.
Pizza Flamingo ofrece un menú rápido y sencillo, sin que eso le quite lo delicioso. Cualquier pizza que pidas, por rebanada o entera, es preparada al momento. La misma base de masa extra delgada, salsa de tomate de sabores sutiles y una capa de queso, vuelve hermanas a todas las especialidades que puedes encontrar.
La carnívora es una combinación de chorizo español, tocino y lomo ahumado sostenida por una base de masa crujiente y calientita que al primer mordisco te hace querer devorarla entera. La salsa macha le da un plus de picante justo y necesario para tener una explosión de sabor en tu paladar. Si prefieres las carnes blancas, no puedes irte sin probar la de mariscos; surimi, calamar, pulpo, camarón y ostión de textura suave y que sólo con su rico olor te remite a las olas del mar.
Si la dieta no te permite probar mucho opta por la veggie —pimiento, cebolla morada, champiñones y granos de elote— con tanto sabor que no necesita que le pongas salsa. La de manzana y queso de de cabra es una de las...
Los residentes de Santa María la Ribera corren con suerte al tener este local de pizzas en la colonia. No más pizzas rápidas; se antoja la pizza artesanal y tanto los vecinos como los oficinistas de la zona lo saben.
Esta pizzería es, además de pequeña y coqueta, muy barata y las pizzas son de costra delgada, con doble queso y de ingredientes que te ofrecen en un menú sencillo.
Están las acostumbradas, como la de jamón, pepperoni o champiñones; también otras de elote o atún que son las opciones ligeritas y diferentes. Yo, en cambio, generalmente ataco a las especiales, desde la de carnes frías hasta la portuguesa, de carne molida, cebolla y rajas de jalapeño fresco, por 45 pesos. En tamaños puedes pedir una individual u otros para mesas más grandes. Si llevas a tu grupo de amigos, pareja, compañeros de trabajo o similares, te aseguro que vas a quedar muy bien.
Te platico lo que me atrapó de estas pizzas: como si fuera la versión italiana de la tarta tatin, el queso va encima de la salsa de jitomate y de los ingredientes, le ponen bastante, cuidado porque cuando está recién hecha y la muerdes se te pega en el paladar, esos gajes del oficio.
Siempre va a saber más rica una pizza sobre un mantel a cuadros rojos y blancos. Los encargados no son italianos pero saben del arte pizzaiolo y la sonrisa que tiene el jitomate en su logo te lo dice todo: aquí se hacen buenas pizzas artesanales.
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Este establecimiento se enfocó únicamente en fabricar tamales artesanales, en grandes cantidades y de sabores perfeccionados; el local es muy pequeño, no es precisamente muy elaborado y aunque hay un par de mesas, la venta mayoritaria es para llevar. Este es uno de los escondites culinarios de la ciudad que vale la pena probar; tamales hay muchos, pero pocos son tan tradicionales, solicitados y exquisitos.
Comprar tamales en Cintli es apostarlo todo y saber con certeza el resultado: todos están hechos con una receta perfeccionada, se nota en la confabulación de los sabores para hacer de cada envuelto uno único. Por ejemplo, el tamal criollo de carne deshebrada con nopales y salsa verde; es en hoja de maíz con masa tierna y tiene la cantidad precisa de carne y humedad de la salsa. Uno de los mejores y más antojadizos del lugar.
Tienen los clásicos en hoja de maíz, como el verde (de pollo o cerdo), rajas con queso y los dulces de piña o chocolate. Del menú de hojas de plátano prueba el poblano con rajas y queso gouda, no es muy picante pero justo lo necesario para despertar el sabor del queso y el perfume de la hoja de plátano.
Tienen los tamales veracruzanos, poblanos, chiapanecos, yucatecos, de elote y de mole; no importa de qué tengas ganas, aquí te van a cumplir. Ocasionalmente sacan sabores y rellenos nuevos. Como uno de chipilín, que es una hierba muy aromática del sur de nuestro país y Sudamérica, similar al epazote. Prueba también los de especialidad, sobre todo el...
Desde la calle huele a parrillada y será inevitable asomarte a este coqueto local; para cuando lees margaritas y mojitos en sus paredes, te das cuenta que ya estás entrando a ver de qué se trata. Hamburguesas, alitas y cerveza, es la combinación de comida norteamericana que desata el furor del antojo.
El local está decorado con un gusto amiguero, hay dibujos en algunas paredes, en blanco y negro, colores y tienen una atractiva barra de mosaicos rojos, azules y blancos, justo detrás de ella es donde están las parrillas a todo fuego.
Puedes pedirte una hamburguesa doble con papas –de carne gruesa y muy dorada por la parrilla, completamente estilo norteamericano– y una dulce margarita frappé; también puedes pedir una hamburguesa de pollo a la parrilla. Las alitas son extraordinarias, probé las de mango picoso que me supieron ligeramente agridulces y en su punto de sal. El pollo sabe fresco y no lo sobrecocinan. Tienen más opciones de marinadas, está la spicy tabasco, parmesano, las clásicas buffalo o BBQ tradicional.
Con opciones así, las alitas pasan de ser una botana a la atracción principal. Para beber puedes pedir una jarra “al punto” de un litro de cerveza. Si vas con los amigos pregunta por las promociones de cubetas de chelas y alitas. Con la simpática atención que te brindan y las opciones de comer, aquí nadie sale con sed y mucho menos con hambre.
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