La Roma es la madre de las tendencias contemporáneas de comida en la CDMX. Descubre cómo entre los hot spots gastronómicos puedes comer a un precio justo y menor a 150 pesos. La ventaja es que estas opciones forman parte de los mejores cafés de especialidad y las mejores panaderías y reposterías. No te pierdas de los 15 lugares imprescindibles de la Roma.
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Comer por menos de 150 pesos
En Umi Café prevalecen dos ideas. La primera, que el café es para todos, y la segunda, que hay que privilegiar a los productos locales e independientes.
Este café está ubicado dentro de la zapatería Mitu de la Roma, su barra es pequeña, y al interior hay apenas dos mesas, más otro par en el exterior. Definitivamente, su tamaño no es su mayor fortaleza —aunque eso no le impide ser cozy—; su punto fuerte, además del gran corazón detrás del proyecto, es el grano con el que preparan tus bebidas.
Aquí tienen café de Veracruz y de Chiapas gracias a su colaboración con un proyecto que se llama Exploradores de Café, que se dedica a llevar el grano de pequeños productores a la CDMX. Con eso arman una taza perfecta. Puedes pedir café del día que, a diferencia de ciertas cadenas, es fresco y se hace en una cafetera pequeña cada media hora. En su menú también hay café americano, latte y flat white, además de mocha, tés con o sin leche y el súper instagrameable latte de taro. Si eres más nerd del café, pide algún método de extracción; aquí tienen kalita y clever. Yo probé el kalita y el resultado fue una taza súper aromática con notas florales y frutales, que tomé mientras el barista me explicaba cómo funciona el método de extracción que elegí.
Ahora, retomando a la primera premisa de Umi, que indica que el café es para todos, hay que decir que si bien aquí son súper clavados del café y te pueden armar tu método de extracción con todo y ñoñez, también te otientan si te gusta el café pero
Los habitantes de la Ciudad de los Palacios nos debemos a las garnachas. Las freímos, las ahogamos, las sofisticamos y luego volvemos al inicio, a lo que nos hace sentir bien: el saborcito del maíz, el toquecito de salsa, la sazón del relleno, la textura crujiente. Ningún capitalino se salva de salivar al pensar en sus tlacoyitos, gorditas o sopecitos (así, en diminutivo porque es con cariño). Y al acervo garnachero de nuestra capital se le acaba de sumar un nuevo bien: Fiu Fiu Flautería, un nuevo lugar de flautas ahogadas en la Roma.
La onda de Fiu Fiu Flautería es súper sencilla, y por lo mismo es ganadora. Aquí solo hay flautas: de frijol con chorizo; calabaza con zanahoria; queso; papa; pollo o carne. La orden viene con tres flautas, fritas a la perfección, y, lo mejor: te las sirven en un vaso lleno de guacamole con crema y queso, ¡y qué guacamole!, receta secreta de la madre de uno de los fundadores.
El resultado es una mezcla súper sexy: lo crujiente de las flautas, lo cremoso y ligeramente picoso del guacamole —hay otra salsa más picosa, que le puedes poner a discreción— y el generoso relleno. Además, en Fiu Fiu Flautería te obligan a comer rico: hay que hacerlo con las manos, chopear la flauta en el guacamole para obtener la cantidad precisa por mordida y, al final, rascar el fondo del vaso con los pedacitos de tortilla doradita para no desperdiciar nada de nada.
Puedes acompañar tus flautas con un refresco, un agua o una caguamita Carta Blanca, sentarte en una de la
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Mielmesabe Bakery es una pastelería y galletería en la Roma. El local es pequeño, como para pasar por una galleta o una rebanada de pastel y un café. Tal vez, si pasas por ahí sin poner atención, podrías pasar de largo. Pero, ahora que ya te pasamos el tip, te vamos a contar por qué debes visitarlos.
De un tiempo para acá los postres súper vistosos se pusieron de moda; colores, decoraciones con fondant, glitter y muchas cosas más. Y sí, a lo mejor estos postres están bonitos, pero ¿no te pasa que los pruebas y sientes aunque sea un poquito de decepción? Pues esto no te va a suceder aquí: la decoración de los postres es sencilla, pero cuidada. Menos es más. Las sutiles capas de betún resguardan pasteles esponjocitos, húmedos, frescos y es-pec-ta-cu-la-res.
En Mielmesabe Bakery encuentras los clásicos: chocolate, tarta de limón, frutos rojos e higo. Y también hacen especiales de temporada, como el súper rico y picosito pastel de chile en nogada o, para la temporada decembrina, el pastel de ponche.
Las galletas igualmente son riquísimas; grandotas, crujientes y con sabor a puros ingredientes naturales y de calidad. Nada de conservadores y saborizantes. Pidas lo que pidas, te aseguramos que te va a encantar y que, como nosotros, vas a querer regresar para probarlo todo.
La verdad es que, cualquiera que sea tu elección en Mielmesabe Bakery, te garantizamos que no habrá falla. Pero de todos modos te dejamos un par de recomendaciones porque te queremos mucho y te queremos ver triunf
Adictos del café: ¡bienvenidos!, acá encontrarán su néctar. Cumbé es un lugar pequeñito pero reconfortante. Tiene apenas tres mesitas, una barra que destaca por su diseño limpio y, al fondo, Plantavera, un espacio pequeño donde puedes comprar plantas y macetas. El lugar se siente como la casa de la abuela: lleno de verde, apapachador y calientito.
Lo mero bueno es el café (¡y qué café!). Ofrecen diferentes métodos de extracción: V60, kalita, prensa francesa, chemex, ¡lo que quieras! Y lo mejor: los baristas te recomiendan el grano que le va mejor al método de extracción que elegiste, no sin antes llevarte a la mesa dos o tres opciones y explicarte sus características aromáticas para que puedas decidir. Así de pro.
También hay varias opciones de tés e infusiones. Para acompañar tu bebida tienen algunos panes como croissants, panqués de matcha o, nuestro favorito, bizcocho de piña: un rectángulo pequeño, suave como almohada y relleno de mermelada (tip: échatelo con el flat white…¡delicia!)
Si eres un ñoñazo del café, este lugar no te quedará a deber. Al contrario, fomentará tu espíritu curioso. Se vale ir y aprovechar el conocimiento de los baristas, probablemente más ñoños del café que tú. Ellos te explicarán todo lo que quieras saber y te recomendarán la bebida que estás buscando. Además, lo harán con una sonrisa.
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Himawari significa girasol en japonés, flor que brilla tanto como esta pequeña nueva adición a las panaderías japonesas en la Ciudad México. La chef Shinobu Akita —quien alguna vez estuvo en la cocina de Mog Bistro— creó un espacio muy hogareño dedicado a su gusto por la repostería y panadería.
Blanco, cúbico y minimalista, el interior se siente tan tradicional y tranquilo que provoca llevar la laptop para trabajar. Incluso sin muchos distractores alrededor, mas que las mesas de madera, las botellas como floreros y un refrigerador, hay un elemento distintivo: el mizudashi coffee pot para preparar un aromático y fresco café frío; es el único lugar en la ciudad que lo tiene y el café tarda de ocho a 10 horas de preparación.
Entre las especialidades hay un “pastel mágico”, tal como lo llama la chef: es el soufflé cheesecake, también conocido como cheesecake japonés, cuya consistencia suave y esponjosa como nube se debe al queso crema con yemas de huevo y sin harina. Cada bocado es un desafío de la ciencia, donde las sensaciones espumosas son firmes y al mismo tiempo resbalan en la boca.
Si quieres algo con más dulce, el taco choco banana luce simpático con el hot cake de chocolate en forma de tortilla de taco, está relleno de ganache con plátano 🍌🍫.
Ahora tienen disponibles bento japonés, una "bento box" que se refiere a tupper japonés: comida acomodada para delivery con variedad de platillos. Tienen sándwiches y comidas completas con proteína, arroz y verduras. Todo puede se
Antojitos de la Huasteca en un rincón de la Roma, así llega Maíz de Cacao con una carta destinada a saborearse desde su lectura. Se asumen también como un centro de investigación y degustación del maíz y del cacao con el objetivo de llevar conciencia a través del paladar.
Las mesas son para compartir y en la cocina abierta, Chá y el resto del equipo se asoman entre ollas y comales de barro. Nixtamalizan, muelen y preparan las tortillas con maíz criollo, incluso me tocó ver cómo pelaban el cacao.
Al inicio llegaron unos esquites con chile seco y ajonjolí, montaña de tiernos granos y queso fresco con el picor que vigoriza a la lengua. De la sección tamalera agarré el chokotamali. Un tamal de maíz con trozos de nuez y canela que me recordaron a la calidez de una posada, con relleno de chocolate amargo para rematar la dulzura con fortaleza.
El cacao líquido para deleite de los amantes de este ingrediente: anatolia con agua; el chiste es pedirlo sin endulzar para agarrar todo su amargor y disfrutar las partes troceadas al fondo de la taza.
Doña Julia, una de las cocineras, nos dijo que uno no puede estar de malas porque el comal no jala, y así de sincera se siente la comida: es remembranza y tradición a bocados.
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Cuando me dijeron que este local se especializaba en galletas, estaba segura que comería más de 10 en una sentada, pero en cuanto llegué me di cuenta de que estaba equivocada, porque aquí son más grandes, llenadoras e innovadoras que las tradicionales.
lagalletería se escribe sin espacios y con acento, lo recibimos gustosos en este primer local, pues antes se dedicaban plenamente a repartos a domicilio y a visitar mercaditos itinerantes, concepto creado por Joaquín Fernández y Juan Carlos Malagón. Ahora ya se disfrutan sus delicias redondas y calientitas en la Roma.
Desde el exterior se admiran todas las galletas y especialidades disponibles en el menú. Colocadas en el mostrador, sobre cajitas coloridas que las resaltan como las reinas del lugar que son, invitan a los clientes a pasar y a probar la que más se nos antoje.
Empecé con un whoopie, sándwich con relleno cremosito de cajeta con una oblea. Las galletas que lo sustentaban eran de vainilla con pistache y cardamomo, sabores que dominaban en la mordida, y al llegar al centro se balanceaban con la oblea, resultando en una textura interesante. Como un alter ego de esta opción, probé la whoopie de whiskeymaple, en la que el alcohol y la masa galletera convergen de manera ideal.
Tanta dulzura merecía acompañarse con una bebida, aquí todo el café es de panacea; me fui por la especialidad, el cold brew. Su refrescante sabor me abrió el apetito para poder probar el postre más icónico del lugar: una crujiente tocino chocochips,
Es tan tierna como cualquier vajilla de juguete, y tan casera como alguna casona en las viejas villas de Tokio. Tsubomi es una pequeña cafetería en la Roma que tiene repostería y panadería tradicional japonesa y europea: las fundadoras, una de Japón y la otra alemana.
El interior no va más allá de las mesas para sentarse a pedir un café, entonces el enfoque se dirige a las charolas de pan. Piezas dulces y saladas para disfrutar a cualquier hora del día. Nos recomendaron llevar a casa el pan de caja (cortes casi del doble de tamaño que las rebanadas que conocemos) o la ciabatta de cinco cereales para preparar sándwiches ganadores.
El pan de moka con crema de almendra y chocochips es suavecito por dentro y sumamente cremoso, reconfortante al comer por su consistencia pachoncita. Un consentido es el totoro, con interior de crema de chocolate y de los que se acaban rápidamente cuando sale.
Tienen los famosos melonpanes, o pan de melón, que es la mezcla perfecta de lo blando y lo crujiente; la capa azucarosa se siente vigorizante con dulzor, pero el resto es suave y nivela las texturas. Y si, la apariencia es la de un melón.
Tsubomi es una suma a las panaderías japonesas en la Ciudad México que deberás conocer si amas la cultura nipona y su comida.
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Al asomarte a la esquina de Orizaba con Coahuila, un local salta a la vista por los dos helados que sobresalen de su fachada rosada. En letras grandes anuncian tu llegada al paraíso de los toppings: la heladería Sweet Monster.
La temática rosa se mantiene presente en el interior con un letrero neón que describe el sentimiento de la mayoría de los clientes: ice cream makes me happy (el helado me hace feliz). ¿Y cómo puede hacernos triplemente feliz un helado? Al menos a mi, con toppings ilimitados.
Una barra con delicias me abrió el apetito: toppings de cereal y chispas de colores, hasta galletas sabor churro, compota de manzana-canela, una mezcla de mazapán, cacahuate y palanqueta, sumándole las salsas de caramelo, chocolate, chamoy y cajeta quemada.
Si la variedad te es abrumadora, como en mi caso, acude a la heladera Ariana Victorica, quien creó tres mezclas especiales de Sweet Monster para no romperse la cabeza. Elegí la especialidad de la casa, el munchies: galletas saladas, papas crujientes, pretzels y lunetas; para fanáticos del choque de lo dulce con salado. Agregué palomitas cubiertas de caramelo para rematar con este dúo, sintiéndose agradable al paladar gracias a los tonos salados con la cremosidad del helado.
En cuanto a sabores de helado, está el de vainilla hecho con leche orgánica traída de un rancho de Coahuila, es cremoso y recibe bien a todos los toppings. Si buscas sabores tropicales, tienen los de fruta de temporada. Todas las galletas se hornean en casa, ¡
¿Qué tienen en común un tocadiscos y un bombo giratorio para tostar el grano de café? Además de la forma redonda, ambos coexisten armoniosamente en una pequeña cafetería de especialidad en la Roma. Vinyl Espresso Bar forma parte de tres locales entonados en el arte y la cultura de la música: la tienda de discos Música En Vinyl y MARTE (moda sustentable).
Creada por Alessandra Díaz y su esposo, Vinyl es una barra que se siente alegre desde la entrada. Al interior lo rodea un mural pintado por la ilustradora Ilihan Mahib; entre blancos, negros y amarillos se representa la anatomía de una cereza de café (la fruta), que abarca desde la pulpa, el pergamino y, finalmente, la semilla. El logo, por su parte, es un encanto minimalista con esta misma semilla al centro de un vinil, ingenio del diseñador alemán Matteo Müller.
Me incliné por un cold brew tonic, con Colab Cold Brew, para refrescar la tarde tan soleada: se apreciaba un tono ámbar degradado, coquetamente adornado con romero y rodajas de naranja. Sabores agridulces y con chispa otorgados por la quinina de la tónica que lo hacen un café ácido y satisfactorio para ese antojo dulce después de comer.
La solución a todos los pesares se encuentra en el chocolate caliente con lavanda, espesito y floral para sorber lentamente mientras deseas que nunca se acabe. El flat white es otro abrazo caliente servido en las tazas de cerámica de Menat Studio; tiene cuerpo aterciopelado con concentración balanceada
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