Este lugar en la Roma tiene sándwiches de pollo frito con dos distintos aderezos. Además tiene los sides que tradicionalmente acompañan a este platillo como puré de papas, ensalada de col, papas fritas y pepinillos. Para tomar échate una sidra o una copa de vino natural, las especialidades de la casa.
Contrario a lo que podrías pensar, resulta que el pollo frito sí puede ser rico, y mucho. ¿Quién lo hubiera dicho? Estamos acostumbrados a relacionar este platillo con las cadenas de fast food que nos heredaron nuestros amigos del norte (aunque hay que decir que tres de las cinco cadenas de comida rápida que han crecido más en los últimos años son de pollo frito; por algo ha de ser). Pero también en Estados Unidos, y de unos años para acá, este icónico platillo se ha sofisticado y ahora tiene más relevancia su elaboración artesanal.
El pollo frito, comfort food, platillo conveniente y herencia de inmigrantes, se popularizó después de la Segunda Guerra Mundial. Antes su consumo era, más bien, para ocasiones especiales, porque el pollo no era muy abundante. Tuvo que ocurrir la industrialización para que estas aves se criaran en grandes cantidades.
Hoy, el pollo frito es símbolo del comfort y el apapacho: es lo que sirven las abuelas gringas para dar sosiego, lo que buscan los estadounidenses al volver a su país, es la comida de todos los días, pero hecha sin prisas.
Felizmente, ya tenemos en la CDMX algunos lugares para probar este platillo como se debe. Olvídate de todo lo que conoces y pásenle, porque vas a probar al verdadero, único, de Nashville, de Nueva Orleans, del mundo: el fried chicken.
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