Una cosa es tomar café de vez en cuando y otra es saberte verdaderamente una adicta cuyo motor para salir de la cama es el olor del primer café del día. Hay vidas como la mía que estarán siempre ligadas al café (y ni modo). Si no puedes contra él, mejor únete a una comunidad como la que se está formando en Curva Café.
El centro tiene grandes cafés históricos pero, en cuanto a cafés de especialidad, la oferta no es tan extensa, y es justo por eso que Curva está haciendo muchos amigos, sobre todo por los periódicos que hay por la zona (y nadie necesita más café que los periodistas).
Luciano y Jorge son un par de hermanos que dejaron Estados Unidos para comenzar sus propios proyectos de este lado. Lo que comenzó como casa tostadora (verás la máquina en todo su esplendor hacia la parte trasera) para vender café en grano se convirtió en cafetería cuando vieron el potencial del local en Artículo 123. Lo remodelaron hasta quedar un espacio cómodo que se presta para platicar con otros clavados cafeteros.
Lo más emocionante de Curva es que no es un club snob, simplemente quieren compartir todo lo que saben sobre café. Ricardo, tostador poblano que acompaña el proyecto, me cuenta que tienen su línea de café de especialidad, y otra más comercial llamada Confort. De hecho, en tu visita puedes entrar a la sala de tostado y ver cómo se hace el proceso.
Para seguir aprendiendo juntos, aquí hacen catas de café más o menos cada 15 días para alrededor de 8 personas, según lo que estén tostando o las pruebas que les llegan de otros países. Me dieron a probar un lavado filtrado de Etiopía que me hizo la mañana. Si prefieres con leche, debes probar su moka con cardamomo y para el calor, pregunta por sus experimentos con cold brew. Para acompañar, por el momento sólo hay pan dulce, pues quieren conservar al café como protagonista del lugar.
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