En la Roma, la Condesa y hasta Tlatelolco, celebra cada 2 de ferbrero la Chandeleur (fiesta de la Candelaria francesa) con este platillo estrella de la cocina francesa en la Ciudad de México.
Lugares para comer crepas en la Ciudad de México
Su nombre lo dice. En una esquina de la concurrida Michoacán, en la Condesa, se encuentra una de las dos sucursales de la Crêperie de la Paix, un pequeño bistrot con un ambiente tranquilo y bohemio ideal para platicar, y tomar una copa de vino. Para comenzar, te recomendamos una crepa salada. Si eres amante de los quesos, no te pierdas la crêpe supreme aux trois fromages, una combinación de queso gruyère, mozzarella y gouda que te dejará salivando.
Perdiéndose y encontrándose es como se llega al Pato con Sombrero, una curiosa cafetería localizada en la planta baja del edificio Ignacio Ramírez, pasando un huerto urbano. Es fácil dejarte llevar por los nombres de libro de cuento de sus especialidades, como la teterita para echar el chisme (lástima que el té que sirven en sus teteras tan cute sea de bolsita), o por sus crepas abundantes en queso.
Aquí son tostadores de todo el café que sirven y además tienen la consigna de trabajar solo con productores mexicanos y mediante comercio justo. Entre sus opciones de café, para mí el ganador es el flat white porque la cremosidad no resta protagonismo al intenso sabor del café. La carta de alimentos es sencilla pero se precian de usar muchos insumos orgánicos y tiene una vena franco-mexicana representada por las crepas (galettes) o el toast con queso camembert con jamón curado, nuez y pepinillos; al que no puedo dejar de alabar para el desayuno es al quiche de huitlacoche, y eso que no me considero una fanática del hongo. Según el día, también puedes encontrar de rajas, champiñones o espinacas.
¿Sus especialidades? El espresso y el cappuccino italiano. El lugar es poco pretencioso, por no decir simplón: mesitas circulares, sillas de madera, paredes blancas. Además de café, la carta cuenta con smoothies, tés, ensaladas, crepas, sándwiches, panes y pasteles que parecen derretirse en tu boca.
Éric Kayser sabe muy bien dos cosas: hacer negocios y panes. La suma de sus talentos se revela en su emporio global de panaderías, de París a Senegal, pasando por Nueva York, Singapur y ahora, México. Como cuarta generación de panaderos en su familia, Kayser respeta la tradición francesa, pero también ofrece creaciones propias y adaptaciones para cada país; un ejemplo son sus paquetes con crepas saladas. También ofrece los mejores éclairs de la ciudad (prueba el de chocolate), excelentes chocolatines y financiers para enamorarse por siempre. Milagros de levadura.
Es en honor a las brujas que se creó este café. Sus interesantes pociones y platillos se despliegan en una carta escrita a modo de cuento pop up, una verdadera obra de arte. La carta de comida trae una gran variedad de ensaladas, crepas, wraps y chapatas.
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