Cuando recibí mi pedido de Couture Bakehouse me acordé de cuando, de niña, me aventaba a las piñatas: ese momento en el que ves tu bolsa llena de dulces y, nada más de verlos, se te hace agua la boca. Ese efecto tuvo en mi la rosca de chamoy; solo de abrir la caja comencé a salivar.
Y es que esta rosca de chamoy está hecha de churritos, cacahuates, tamarindos —de esos que viene solo con la pulpa— y otras frituras. Lo increíble es que viene tan comprimida y bañada en una mezcla ganadora de salsitas, que ayudan que todo se mantenga junto y la puedas rebanar como si fuera pastel.
Pero si no es suficiente con el chamoy de la rosca, al centro tiene un botecito con más salsa de chamoy, para que le pongas a discreción. Además los sabores de esta rosca, si bien son salados y de repente picosos y luego dulces, son sobre todo equilibrados: no harás caras por la acidez, ni te vas a enchilar, ¡y tampoco te va a dar gastritis!
Luego de esta carta de amor a las frituras, he de decir que en Couture Bakehouse también tienen postres igual de ricos. Las estrellas de la casa son el pan de zanahoria y los macarrones. El primero se robó mi corazón. La textura es esponjosa y el sabor, intenso a zanahoria y canela, es a la vez delicado. Viene con harto betún de queso crema que sí sabe a queso —y no a manteca vegetal, como otros pasteles que seguramente habrán probado—. Es un pastel perfecto para compartir, pero también para que lo tengas en casa y te eches una rebanadita o dos con tu café matutino.
Y para hacer un regalo, la opción son los macarrones. Redondos, esponjositos y lisos; crujientes por fuera y suaves por dentro. Sí o sí te harán quedar bien. Prueba también los cup cakes, la pizza de chamoy o las galletas. Además, todo llega con un empaque increíble y con una tarjeta personalizada y a mano, así que si tienes que regalar algo, Couture Bakehouse es una gran opción.
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