Es del dominio público que los franceses se han esmerado desde hace algunos siglos por dejar huella importante en las bellas artes, la ciencia, el diseño y la arquitectura y muchos ámbitos más. De hecho, y pese a quien le pese, la gastronomía moderna no podría existir sin aportaciones talentosas como la de George A. Scoffier y su primera publicación, La Guía Culinaria, que incluía cinco mil recetas; o la del padre de la repostería moderna, Marie Antoine Carem que, entre algunas de sus trascendentes aportaciones, se rifaba tremendos bocetos de platillos y pasteles que posteriormente ejecutaba a la perfección.
Para fortuna nuestra, actualmente existe gente talentosísima en México que retoma esas técnicas y recetas. Las refresca, interpreta y les devuelve la vida con una visión actual súper elevada imprimiéndole mucho amor por lo que hace, con gran calidad en sus ingredientes y un sabor alucinante.
Tal es el caso de Chou Shu, un taller instalado en el mero Coyoacán. Ahí nació esta propuesta con unas tartaletas que están para romper la dieta y de paso llevarle a tu “pior es nada” uno de esos detalles difíciles de olvidar.
Chou Shu, el nombre de esta repostería, fue inspirado en la masa de doble cocción llamada Choux y que se pronuncia shú.
Su carta está hecha con base en repostería francesa. Hay una variedad de tartas para todos los gustos sin dejar de lado al choux.
Encontrarás, por ejemplo, la famosísima tarte tatin, el postre realizado de manera fortuita por las hermanas Tatin; está hecha con manzana macerada y pasta de hojaldre artesanal; ¡su elaboración tarda dos días! También tienen Charlotte de frutos rojos; va sobre una soleta casera y lleva una crema ligera de vainilla, y para rematar frambuesa, fresa, mora azul y zarzamora. Otra opción es la tarta de limón, la súper clásica de limón amarillo que lleva encima merengue italiano sopleteado; mi madre y toda su generación la adoran. Honestamente, entiendo el alboroto.
Para el antojo o para compartir, la opción son los choux, unas criaturas dulces rellenas de crema de chocolate o de vainilla.
Ahora, el pecado de pecados: la tarta de choco-avellana. Mi favorita y lo mejor cuando se trata de chocolate. Esta inigualable tarta se derrite en la boca; cada mordida viene combinada con crema de avellanas y mini crepas crujientes. Una delicia.
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