Comenzaré por decir que es el lugar donde las hamburguesas sí son como las presumen en las fotos del menú y sus redes sociales, algo que por cierto se advierte desde un cartel en la entrada. La bronca en la que te metes con Chilanga Burger es elegir la opción indicada.
La lucha libre salpicó ligeramente el concepto, prepárate para comer con un póster de la película Santo vs. las mujeres vampiro (1962). Con esa vista se disfrutan más los 170 gramos de carne de res con sazón de la casa (receta especial del propietario Ricardo Sáenz) de la hamburguesa mexicana, complementada con 100 gramos (bien pesados) de guacamole con habanero, queso manchego, jitomate y lechuga frescos. Por otro lado, los ánimos no se oponen a la gabacha, con doble tocino y aros de cebolla fritos; ni a la argentina con chorizo; mucho menos a la niña popis, sofisticada ella con cebolla caramelizada, queso de cabra y arándanos.
Sobran lugares para comer hamburguesas en la CDMX; y justo por eso, Ricardo y su socia Paola Ruíz quisieron que existiera una mejor versión en calidad de ingredientes y receta, pero sobre todo, que los precios también se pudieran disfrutar. La carne jugosa a término medio, la salsa de ajo, el pan artesanal y las papas fritas obligatorias son la llave que someten a la victoria de Chilanga Burger sobre las demás opciones de comida en la Portales.