El encanto lo han reservado para la cocina. No parece ser un familiar del Corredor Tonalá (Catalina Brasserie) ya que el concepto de sencillez es llevado al máximo: techo y paredes blancas, cuadros con motivos acuáticos y una pequeña ancla junto a la puerta. A pesar de su minimalismo, atrae por su ambiente casero.
Un vistazo al menú es suficiente para saber lo que vas a ordenar, sin titubear. Es simple, como la cocina bajacaliforniana.
En el taco de camarón con queso menonita los camarones son jugosos, salteados en un adobo de ajo y chiles y envueltos en una costra de queso, luego, el aguacate aterciopela las texturas en la boca. Es un taco diferente, las tortillas (vienen dos) son de maíz azul –hechas a mano y pintadas con especias– tienen un tono marrón que coquetea con la vista. No me lo esperaba, este platillo será el favorito de la zona y si lo pruebas sabrás de lo que hablo.
La frescura se determina con un ceviche. Llegó el de almeja tipo generosa y por un momento sentí decepcionarme, “tan fresca la almeja y tan poca sazón”, dije. Sin embargo, bastaron unas gotas de su salsa de semillas de girasol para recobrar la fe. Mejoró, pero aún les falta pulir esta receta. Las tostadas estaban chiclosas, faltó un acompañante crujiente al nivel de los otros platillos.
No pasaría al postre sin erradicar mi desconfianza y pedí la tostada de ensalada de pescado y erizo. Qué bueno que lo hice. Una mezcla cremosa con sabor a mar y a verduras llega sobre una crujiente tortilla marrón de la casa (una tostada de verdad). Muy guapa ella, la combinación de colores deslumbra.
Con el postre mis dudas huyeron despavoridas. Pedí la tarta de pepita y fue divertida, como si hubiera explotado: trozos de galleta con semillas, estilo granola, helado de cardamomo y jalea, igual que un primoroso desayuno de campeón. Advierto que la porción es enorme, ideal para compartir o como para no comer nada más.
En los cocteles tienen cuatro clamatos. Probé el seco y está a pedir de boca porque recuerda a una sopa fría con tantos elementos que lo componen. Lleva carne seca, reducción de carne y una brocheta de zanahoria y elote baby con aceituna encurtidos (lo mejor para morder al final del trago). El complemento que lo vuelve estupendo es la escarcha de sal de tortilla.
Le entendí a Marieta y tiene que seguir siendo ella misma: casual, confortable, interesante y precios justos por porciones generosas. Es un hecho: la esquina de Álvaro Obregón y Tonalá concluye con un final perdurable.