Chelas artesanales, botanas y platillos que combinan el toque picante de México con la versatilidad de las hamburguesas neoyorkinas y la sazón de los cortes de carne y los choripanes del sur de América. Aunque la inspiración central es Bélgica, Belxicano tiene un poco de varias culturas gastronómicas.
El lugar es rojo por afuera y rústico por dentro, en las mesas hay fotografías en blanco y negro debajo de un vidrio, en mi mesa había momentos caricaturescos de Tin Tin y otras imágenes de edificios y avenidas de la Ciudad de México. Me recuerda a un pub europeo; si ves futbol te recomiendo el Belxicano cuando quieras ver un partido.
Comencé con una chela que anuncian en la mesa con la imagen de un arlequín, era una Brugse Zot, tipo dubbel de Brujas, Bélgica. El propietario me advirtió que no era cualquier cerveza diciendo “es una cerveza belga”, pues con seguridad a muchas personas no les gustó. El color era marrón y en boca tenía notas a azúcar quemada, una delicia, después averigüé que se hace con seis maltas; esta chela la puedes combinar con carnes bien asadas al carbón o alimentos muy ácidos.
Para comer pedí una sopa de cebolla; hay que bajarle un poquito al vino blanco porque la hicieron muy ácida y también a la fécula de maíz, porque se nota demasiado el color, quizá aprovechar un caldo de carne concentrado al reducirlo en la cocina. Viene con crutones y un poco de queso; es una entrada que cumple, pero no estoy seguro si la volvería a pedir, a menos que le hagan un par de cambios. Luego llegaron las papas steak belgas a la diabla, en las que puedes elegir entre tres niveles de picor. Me fui directo al más picante; el sabor del adobo ideal, aunque no me encantó el queso amarillo líquido estilo nachos y el queso tipo parmesano rallado, pero viéndolo como una botana para acompañar una cerveza bien fría, podría repetirlas.
De los platos fuertes probé el vikingo, la especialidad de la casa, compuesto por una baguette rústica de excelente calidad rellena de carne molida de sirloin, queso gouda y cebolla caramelizada. No le puse ningún pero y fue gracias a la salsa estilo gravy de pimientas, la misma que usan para los cortes de carne; suave en textura y especiada, perfecta para resaltar los sabores de la carne. Lo contrario al chimichurri que usaron en el xe guevara (choripán), que estaba muy ácido y no me permitió saborear lo demás.
Uno de los productos clásicos de Bélgica son los mejillones, aquí puedes pedirlos al vino blanco, al mezcal o al chipotle, desde media docena hasta un paquete ilimitado por 249 pesos.