Los mercados tienen la mezcla de colores, olores y gritos de los marchantes que puede ser tan divertida como abrumadora. “Pásele güerita” se escucha en todos lados, ves los caldos y las flautas y se te antoja todo. Solía ir al Mercado Lázaro Cárdenas para comer carnitas, ahora voy por las cemitas.
El triunfo de los poblanos queda claro cuando uno prueba esta versión de la torta. La mejor que he probado en la ciudad está en Cemitas Victoria de Enrique Zermeño; un joven gastrónomo que dejó el mar cuando terminó su contrato como chef en un crucero y regresó a su tierra con antojo de este poblanismo. Le pasó lo mismo que a mi, las cemitas que encontraba en la ciudad estaban bien, pero él, poblano de nacimiento y corazón, sabía que los capitalinos casi merecíamos tener mejores cemitas.
Cemitas Victoria es el único puesto en el mercado en el que no te gritan “pásele güerita”; ni lo necesitan ni les da tiempo, están demasiado ocupados preparando las cemitas con el pan que llega diario desde Cholula (aplaudimos la hazaña y agradecemos la frescura del pan). El menú contundente y pequeño ofrece combos de variedades como la de pollo o jamón, y más abajo, se leen versiones propias y más elaboradas como la victoria, rellena con un guisado de cerdo y chipotle o la poblana con milanesa de pollo o cerdo, jamón y todo eso que llevan las cemitas… entiéndase quesillo, chipotle y pápalo.
Aquí hay tres peculiaridades: el toque de aceite de oliva con ajo confitado le da tonos herbales que son pequeños guiños de frescura; la segunda es la imponente cantidad de quesillo y la tercera, es que las puedes pedir horneadas. Así es como probé la Poblana y me gustó, con su punto de crujiente con la milanesa y su fiesta de frescura gracias al pápalo y al aceite de oliva.