La cocina mediterránea es, por supuesto, aquella que se encuentra en los lugares cercanos a la Cuenca del Mediterráneo; la región incluye a las culturas griega, italiana y española, entre algunas más. Sus tres pilares son el trigo, el olivo y la vid. De hecho, la dieta mediterránea es considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 2010. Y es esa cocina la que el chef Isaac Herrera sirve en Carolo.
Pero Isaac se da el lujo —porque puede— de pimpear a la cocina mediterránea y hacerla todavía más deliciosa (puristas: absténganse de opinar), porque le pone unos toquecitos mexas por aquí o por allá; apenas unos guiños que, si bien discretos y elegantes, hacen toda la diferencia.
Mi argumento se constata con una entrada súper sencilla pero deliciosa: el jocoque artesanal con zaatar. Todo está hecho en casa —incluidos los panes con los que hay que chopear el jocoque, que son una joya—, y viene con unos trocitos de chile jalapeño
De ahí le seguí con una alcachofa al carbón que viene con un alioli de especias mediterráneas (¿habrá algo más gozoso que comer alcachofa?); tostadita por fuera, suave y bien cocida por dentro y perfecta para pasar horas platicando con tus convidados.
Después, mi favorito: un risotto de hongos con unos chips de queso parmesano. El risotto estaba cremosito, los hongos crujientes y venía con unos brotes de cilantro que le daban frescura al plato. Luego probé el salmón, que se cuece sobre un trozo de cedro y así llega a tu mesa. Luego lo pasan a su plato, donde lo esperan unas verduras salteadas y un puré de papa.
El postre fue como regresar a la infancia, a la emoción de ver al señor de los dulces pasar con su canasta, y el flashback lo patrocinó la cocada que viene con un flan de vainilla de Papantla, una salsita de maracuyá y un helado de vainilla: mezcla perfecta entre lo crujiente del coco, la acidez del maracuyá y lo cremoso del flan.
La cocina en Carolo es elegante, correcta, bien vestida y te habla de usted. Y el lugar comparte la misma actitud; limpio, amplio, con una atención formal y esmerada y perfecto para un desayuno o comida familiar, una cena de negocios o para reponerse luego de una visita al Museo Soumaya. Todo sale a tiempo y sin fallas, los meseros se la saben y la mano de Isaac le da un toquecito de juventud, sexyness y espíritu mexicano a una comida de calidad y correcta, de principio a fin.
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