Entrando encontrarás paredes de piedra que conservan una parte tradicional, murales, sillas de colores y espejos que lo llenan de modernidad; el dinamismo de Carajillo, en Masaryk, se presenta tanto en el área de abajo como subiendo las escaleras, hay una cocina diferente tanto en planta baja como arriba.
En la cocina de planta baja encontramos platillos mexicanos adaptados con ingredientes de diferentes regiones; carnes rojas, pescados, mariscos y un gran uso de vegetales. Uno de los favoritos es el tlacoyo con escamoles, de maíz azul y una cama de chicharrón prensado, pero si te atraen las adaptaciones orientales tienen rollos primavera que resultan en una combinación de texturas suaves acompañadas de soya y un toque de jugo de naranja. De fuertes hay un salmón con costra de pistache que se siente crocante y tostadito, acompañado de puré de papa estilo rústico.
Pasa a la terraza para sentirte en Tulum: un mural pop e impresionista te da la bienvenida, contrastando sus colores con el resto del lugar y su música. El head bartender Juan Valderrama desarrolló una carta inspirada en lo fresco y tropical, por lo que hay preparaciones con sandía, guanábana y limón, junto con otros factores sorpresa como las burbujas de humo de fresa.
De ese lado, el chef Juan Arroyo basó su menú en elementos asiáticos: de entrada hay sashimis como el de atún con un toque picante de habanero con mango, aguacate y ajonjolí tostado, o el de huachinango con vinagreta de cítricos. Los crab cakes rebosan en texturas, rellenas de cangrejo moro y kanikama fritas acompañadas de miel de mandarina con chile de árbol —recomendado agregarles soya para complementar el dulzor de la miel y resaltar el crunch del panko frito—. Los tacos de kampachi con escamoles merecen probarse, se sirven sobre alga nori, arroz al vapor y kampachi glaseado.
Para el postre nos fuimos con un brownie tipo americano, suave y cremoso acompañado de helado de menta y crumble de cardamomo, un resultado de mucho contraste y frescura. Tip para aventureros del paladar: el mezcal se acompaña con láminas de rábano candy en lugar de la clásica naranja, de esta manera das con acentos muy particulares en el destilado. Cierra la cena rindiéndole tributo al nombre del lugar y pide un carajillo, que en esta ocasión llegó con chai para dejar que las especias en la bebida concluyan amenamente la degustación de tantas combinaciones. Brenda Olvera