Los sándwiches resultan como manjar para comerse, y en la Condesa hay un nuevo templo dedicado a ellos: Canica, del chef Rodrigo Carrasco (Bowie y Kitchen6). Por dentro tiene una decoración retro sencilla en tonos grises y un ambiente exterior que te llevará a los sesenta con iluminación tipo espectacular de Broadway.
A la hora de la comida está la chiras pelas ($155), una torta de birria de res, cebolla encurtida, cilantro y frijol. Faltó algo de picor, pero es recomendable, lo tostado del pan ayuda a equilibrar las texturas, y cuando comes el cilantro se potencializan los demás sabores.
Para no quedarme con el antojo pedí un avocado toast ($125) con hummus de chipotle, huevo pochado y kale crujiente. La porción de aguacate es la correcta, el hummus quedó a deber en especias pero se recompensa con el kale que, además de lucirse a la vista, sabe sensacional. La manera correcta es pedirlo con papas fritas extras.
Todas las opciones pueden acompañarse de vino tinto, un ritual que no se acostumbra a la hora de comer sándwiches pero que resulta cumplidor para sacar los tamices de los sencillos ingredientes de cada sándwich.
Canica es food porn ejecutado con elegancia. Cada pieza tiene un lugar bien pensado; además de tener un sabor placentero, resulta fotogénica.