Ningún otro plato tiene el poder de hacernos sentir tan apapachados como un humeante caldito caliente. Aun si no estamos enfermos, un caldo reparador siempre se agradece. No es gratuito que haya cientos de preparaciones acuosas a lo largo del país, desde el caldo de res norteño hasta la sopa de lima yucateca.
Marco Cariño y Lisset Montes se vieron desanimados en su búsqueda de lugares que ofrecieran comida nutritiva y a buen precio, por ello se volcaron a investigar sobre caldos para hacerlos ellos mismos en un pequeño local de la Doctores.
Su objetivo era justamente crear un menú breve pero que volviera a las bases de lo que es comer bien: caldos colmados de vegetales y proteína, pero los suyos además están reforzados con caldo de huesos cocinado durante doce horas, el cual aporta mayor cantidad de colágeno y minerales que el cuerpo puede aprovechar fácilmente.
Los dos protagonistas de su carta son platos de sus respectivas familias, chilate de Guerrero, un caldo ligeramente verde por el toque de chile serrano; y el puchero de Tabasco, de caldo rojo por el chile guajillo. Ambos pueden ir con pollo o res y puedes agregar tuétano para más placer. Además hacen algún especial que cambiará cada temporada, como pozole o caldo de gallina.
Para acompañar mi caldo me fui por la “bebidita refrescante”, de jengibre, limón, miel y agua mineral que le hace honor a su nombre. Fuera de los caldos no te pierdas las Rickiñas, que son enchiladas verdes colocadas en capas como un pastel, bañadas en bastante salsa, crema y queso.
Tip: si te parecen muy grandes, hay media porción y también los puedes pedir a domicilio en las apps de delivery.
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