La mezcla del concepto es algo compleja. Café de Raíz es una galería con obras budistas, una librería con tomos de amor y paz, y un café con la onda mística del new age, pero revuelta con lo prehispánico. La mascota del local es un conejo café, quizás por la leyenda que cuenta cómo Quetzalcóatl aventó uno a la luna. El lugar funge como tamalería. Hay pozole rojo los fines de semana. Huele un poquito a trapo mojado, pero hacen su esfuerzo para que se vea limpio. Aun así tiene éxito: siempre hay escritores trabajando (amigos del dueño, Mardonio Carballo) y es una parada consentida en las rodadas ciclistas. Los vecinos son tan fans que aprovechan para echar el desayuno/chisme rico todas las mañanas.
El café es bueno. Ofrecen un método interesante llamado americano en talega. Esta palabra viene del árabe y significa colgar. Dos estructuras de madera sostienen una circunferencia de metal en la que se coloca una manta a manera de filtro. Ahí se pone el café molido, se agrega agua caliente y en 10 minutos se obtiene un café negro pesado. El americano normal se prepara en prensa francesa. Tiene poco cuerpo, pero es contundente y vaya que despierta. Un punto a favor es que ellos mismos hacen su mezcla para el té chai.
Para desayunar recomiendo sus tamales. La masa puede ser de arroz o de elote y los envuelve una hoja de papatla. Como tip, lleva efectivo, no aceptan tarjetas bancarias.