La familia de Paulina Stephan lleva viviendo alrededor de 40 años en la casa de Ferrocarril de Cuernavaca 125, en Lomas de Chapultepec. La historia comenzó hace 18 años, cuando los señores Hans y Patricia Stephan decidieron poner una cafetería llamada El Café de la Vía, que cerró sus puertas en 2012. Sin embargo, hace año y medio su hija Paulina Stephan abrió Café 125 como primer retoño, después de haber trabajado varios años en la Finca Argovia, un desarrollo cafetalero localizado muy cerca de la frontera sur de Chiapas con Guatemala, que forma parte de la Ruta del Café.
Este año, Paulina y su equipo decidieron dar el siguiente paso y revivir Café de la Vía, un lugar en donde además de café y un mobiliario más amplio, hay un menú diferente cada día diseñado por el chef Omar Carrillo. Aunque ambos negocios están pegaditos, aquí hay mesas más grandes y a veces se exponen cuadros o fotografías, a modo de galería.
Una de las bondades es el café. Puedes pedir expreso, capucchino, ristretto, macchiato o americano; todo es orgánico, la mezcla es arábica y viene de la región del Soconusco, en Tapachula, Chiapas. La calidad del café es superior al precio. En el macchiato el sabor es intenso, con una acidez balanceada y un aroma muy fragante. El lugar es un paraíso si no te gustan los cafés de cadenas que hay por la zona.
Para el desayuno encuentras frascos de fruta, avena, chilaquiles, molletes, huevos al gusto, sincronizadas y pan francés. Honestamente, puedes optar por convertir Café de la Vía en el predilecto de las mañanas sin gastar una fortuna. Hay ensaladas al gusto y cous cous, enchiladas de salsa verde con pollo, queso y huevo, o bien pollo, pescado o nopales con queso a la parrilla.
El menú diario incluye sopa o ensalada, un plato fuerte con dos guarniciones y agua por $125. Una de las promesas de Paulina y Omar es no repetir el menú hasta enero, así que tendrás un mes sin aburrimiento gustativo.