Se sabe que una cafetería en la Roma que tenga café de especialidad, desayunos con personalidad, buen pancito dulce y una playlist a volumen moderado va a traer a las personas que trabajan a distancia (única buena herencia de la pandemia) como abejas a la miel.
Lo pude corroborar el día que conocí la nueva sede de Brewers. La que se define como cafetería experimental (porque no le temen a jugar con la ciencia del café), comenzó dentro de la tienda de tenis Stush en la calle de Álvaro Obregón. Pero hace unos meses se mudaron a esta nueva locación en una zona mucho más tranquila de la Roma, que invita a concentrarse y trabajar a gusto.
Pedí un café filtrado, con un chiapaneco lavado de Concordia Café, de los que te hacen la mañana desde que percibes el aroma. Tip: pregunta por los cafés de especialidad en grano.
Mi acompañante se decidió por una bebida con adaptógenos. Si aún no los conoces, se trata de hongos o raíces naturales que se han vuelto populares por sus beneficios ante el estrés, la ansiedad o para mejorar la concentración. La que ofrecen aquí contiene melena de león, cordyceps y reishi, y la puedes pedir en versión matcha, taro o chai. Los hongos solo le dan un toque terroso que no es desagradable. Si quieres algo frío, también del lado experimental está, por ejemplo, el Ginger Brew, con café de extracción en frío y Ginger Beer de Alma Quieta.
Para comer, nos recomendaron el omelette, hecho con huevo de libre pastoreo, relleno de queso mozarella, bañado en una salsa cremosa, con queso de cabra y setas asadas por encima. Aunque la salsa (que me recordó a la nogada) me pareció demasiada, le doy puntos por la perfección de la textura que logran en el huevo, uno de los más tiernos y flexibles que vas a encontrar. Eso sí, si estás que mueres de hambre mejor vete por el plato de chilaquiles y pídelos con cecina enchilada.
La tercera y última opción en cuanto a alimentos es el hummus y fue la joya del día. Este snack lleva sobre el puré de garbanzo y tahini unas zanahorias encurtidas crocantes, con el punto justo de acidez, de las que me encantaría tener un kilo para comerlas a lo largo de mi jornada laboral sin darme cuenta.
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