La competencia de cafeterías es dura en la Condesa. En Borel lo saben y están dispuestos a dar la batalla. Llegamos un poco después de las tres; el sol estaba haciendo de las suyas y por lo mismo pedimos unas velvet sodas para combatir el calor. Tanto la de lychee como la de pepino-limón tenían un sabor sutil y un efecto refrescante.
Ya sin tanto calor, exploramos el menú. La carta es de muy buen tamaño, hay opciones para todos los apetitos y disposiciones. Pedimos la Ensalada Thai que consistía en ejotes y papas cambray bañados en un aderezo de tahini y cacahuate cremoso y un poco picante. Nos sorprendió por la complejidad de su sabor; además, la combinación de texturas de los ejotes crujientes con la suavidad de las papas, completaban una experiencia sensorial plena. También probamos el sándwich de roast beef en baguette, con salami y queso mozzarella acompañado de papitas. No decepcionó ni un poco.
Entonces llegamos a la parte del café. Pedimos un latte y un matcha. Ambas bebidas estaban muy bien, pero cuando las quisimos acompañar con un cruffin frambuesa o un kouign amann, ¡oh decepción! Resulta que se les había acabado el pan dulce. Hubiera sido el broche de oro, y aunque todo estuvo muy rico, sí echamos de menos el pancito. Nos aseguraron que era por ser domingo, que entre semana e incluso en sábado sí hay pan exhibido en la ventana, solo tuvimos mala suerte.
Tip: Es un lugar pet friendly, de hecho hay un perrito del lugar muy agradable.
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