Bomboti nació como un espacio de exhibición y venta de diseñadores y artistas locales. Al tener la oportunidad de ampliar el proyecto en el piso inferior, la creatividad llegó ahora también a los alimentos, no solo a la venta, sino en un delicatessen donde puedes hacer base y almorzar delicioso al medio día, antes de pasar a la galería o seguir tu camino.
Al igual que en el proyecto original, en Bomboti Cocina el diseño (a cargo del estudio MYT + GLVDK) es súper importante, así que date tiempo de observar a detalle desde la vajilla, hasta la decoración de cada rinconcito, mucho de lo que te guste lo puedes comprar para casa. Ese mismo cuidado está puesto en los productos, tanto de los platillos como de las repisas vienen de productores locales con prácticas agroecológicas. Cada frasco indica el nombre del proyecto que lo produce; hay semillas, mermeladas, granola, chocolate o condimentos.
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Comencé con un flat white, con café de especialidad de Estelar. El menú fue creado por el chef Alonso Madrigal, del restaurante Malix, con platos sencillos de impecable ejecución, especialmente todo lo que salga del hornito que verás al centro de la barra. Si te gustan los bagels neoyorquinos, tienes que irte por el plato de trucha nacional ahumada con aderezo de alcaparras y queso ricota, para untarse en un pan pita recién horneado.
Otra opción salada es la empanada rellena de salsa blanca y tocino ahumado, servida con una ensalada verde súper fresca o el hummus, que no es de garbanzo sino de frijoles criollos con coliflor, trozos de almendra y quelites. Pero si sólo vas a la hora del café, hay varias joyitas de dónde elegir, mi favorito fue el helado de vainilla de máquina, la versión natural y menos dulce, pero igual de cremoso que los de cadenas de comida rápida. Si quieres lo mejor de ambos mundos, pídelo en affogato.
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