Si preguntas en Guadalajara cuál es el mejor lugar para comer mariscos, te mandarán a Boca del Cielo, un restaurante que cumple la ley de las tres b: bueno, bonito y barato.
Cuando llegué había una fila de 10 personas esperando. Me apunté en la lista y tardé en entrar casi 40 minutos. Supuse que si era la hora de la comida, era justo que hubiese gente. Mientras esperaba, las hosts me ofrecieron un vasito con caldo de camarón para aminorar el hambre, que en mi caso sólo me abrió más el apetito.
El restaurante posee una estructura sencilla: es cuadrado, cuenta con una barra de bebidas en medio y alrededor hay mesas de madera con sillas blancas que asemejan un malecón. Cuando entré me acomodaron en las mesas comunitarias para 10 personas, que están forradas de plástico con frutas y verduras, lo que le dan un toque hogareño, fresco y divertido.
Lo primero que pedí fue una limonada de frutos secos. Llegó a la mesa un mason jar de un litro con: hielo, agua mineral, extracto de limón, menta, fresas, frambuesas y moras. Su presentación impide que le quites los ojos de encima y su sabor es refrescante, ya que posee el dulzor exacto.
Como acostumbro cuando como mariscos, comencé con una tostada de atún fresco y un consomé de camarón. La tostada llegó con tres láminas de pescado fresco y suave, salsa y aguacate (deben pedirla cuando vayan). El consomé, servido en copa, es espesito y tiene bastantes camarones pelados y no es picante.
Después de mi primera tanda pedí una tostada de pescado del cielo, que lleva mango, manzana verde, chile en polvo y salsa sriracha, una combinación agridulce y deliciosa, además un taco de calamares capeados, que fueron crujientes y resaltaron su sabor con la mayonesa y el limón. Para cerrar la comida (y recorrer otro hoyito el cinturón), pedí camarones empanizados que llegaron con arroz, papas fritas y una ensalada de verduras. Todo con excelente sabor.
Ya que la costa está cerca, los mariscos de Boca del Cielo son muy frescos. Los únicos inconvenientes del restaurante es su tiempo de espera y la respuesta de los meseros, que se entiende debido a la carga de trabajo, pero al final valen la pena.