La estación multifuncional de café y antojos matutinos, vespertinos y nocturnos llegó a la Condesa a marcar territorio como café de especialidad. Es un lugar pulcro en sus instalaciones con paredes blancas, plena iluminación y un diseño gráfico en la pared muy aleatorio. También son pulcros en la selección de productos; en la barra de la entrada me encontré con el personal revisando grano por grano de café, separándolos bajo algún criterio de barismo.
Tienen tres modalidades para ti: comprar tu producto en barra (llevártelo o beberlo ahí), pasar a comer a alguna de las mesas del fondo o tomar un lugar en la barra de trabajo. Hay una terraza con techo alto, ahí te hace compañía un árbol y hay una barra en donde puedes conectar tu computadora y trabajar. Es un espacio único en la zona por su interiorismo y comodidad, el out-of-office más perfecto lo imagino ahí.
Aquí es de preguntar qué granos mexicanos hay disponibles y que el barista encuentre el que se ajusta a tus gustos. Probé un café corpulento de Guerrero en forma de espresso, y un english muffin –especialidad– madame, con huevo estrellado, jamón de pavo y salsa de queso. Vaya, si el english muffin cuesta 55 y el exquisito café 28 pesos, me queda claro que este café no quiere defender su postura con precios Condechi, sino que será una certeza que cada visita y producto que les compre tendrá voz propia.