Hay un nuevo lugar en la Condesa, ubicado donde antes estaba el Café Gloria, que reza en sus paredes un superpoder que todos nosotros tenemos (a menos que seas Joey, de Friends: “Joey doesn’t share food”) y que nunca nos reconocemos: “Talents: eating + sharing” (comer y compartir). Y aquí te van a obligar a hacer ambas cosas, que indican en un neón rojo colocado sobre la pared.
Bistrot Condesa es un espacio amplio, con mesas afuera y adentro y completamente pet friendly. Las decoraciones en tonos rojos, el piso de mosaico —rojo también— y los espejos desgastados le dan a este lugar el toquecito cool que, francamente, a esta esquina ya le faltaba.
Es difícil definir a este lugar, seguramente porque lo hace bien en toda ocasión: puedes sentarte en la terraza con un café y una pieza de pan, o cambiar las bebidas calientes por un vermut e instalar ahí el home office, ir a comer con tus amigos o a cenar en pareja. Pero luego de mucha reflexión creemos que lo primero que debes de probar aquí son los desayunos.
Si ya te convencimos y le vas a dar al brunch, debes saber que también tienen mimosas. Y lee bien: una hora de todas las mimosas que quieras y puedas beber, por un precio fijo.
La joya de la corona y lo que nos hizo ir a Bistro Condesa (y que seguramente nos hará regresar), son los pancakes. Los puedes pedir de plátano, chocolate o matcha. Este plato de desayuno es una fortuna y una delicia. Vienen dos pancakes esponjosos y calientitos bañados en la salsa que elijas y con frutos rojos encima.
Otra dulce opción es el pan francés. Cada rebanada es crujiente y bien tostada. Los sirven espolvoreados con una cantidad generosa de azúcar glass y con rebanadas también abundantes de fruta de temporada. Por supuesto, van con sus gotitas de miel.
Si no eres de dulces, el desayuno de Bistro Condesa también tiene opciones para ti. Puedes pedir los chilaquiles con cecina, huevo, pollo o arrachera; los huevos benedictinos, los toasts de aguacate o salmón o, para los que de plano no quieren dejar la dieta, los bowls de frutas.
Para la hora de la comida o la cena, el concepto de compartir se mantiene. La carta se divide en platos chicos, que se pueden compartir hasta entre dos personas, y medianos, que son para tres o cinco personas. Las recomendaciones son las croquetas de jamón serrano, crujientes por fuera y cremositas por dentro y perfectas para acompañar con un vermut, y el risotto de temporada. Si buscas una opción ligera pero llena de sabor, pide la ensalada de betabel, que va servida con un aceite de tres chiles que le da un toquecito divertido y delicioso (sí vives de ensalada).
Como Bistro Condesa es multifacético, también puedes caer en la nochecita para una botana y unos tragos. Aquí tienen algunas opciones de vino por copeo que van cambiando cada semana y que siempre son etiquetas poco conocidas. Nosotros te sugerimos entrarle a algún vermut, la bebida que cada día se pone más de moda. Puedes pedirlo en las rocas con su respectiva cáscara de naranja o en algún coctel.
Como verás, resumir la experiencia de Bistro Condesa es difícil, ¡porque lo hacen bien a todas horas! Eso significa que vas a tener que regresar varias veces a compartir desayuno, comida y cena. Por cierto: hay algo especialmente íntimo y emotivo cuando de compartir comida se trata. La pandemia nos robó la oportunidad de esas experiencias, pero aún puedes vivirlas con las personas con quienes compartes tu casa.
Te recomendamos: Los hot cakes más esponjosos de la CDMX