Ingredientes frescos, sabores extremos, temperaturas bajas, altas calorías y bigotes de leche. Eso es lo que te espera en esta heladería.
A quién le importan las calorías cuando te estás comiendo un pan brioche con chispas de chocolate relleno de helado de chocolate con avellana. Obvio, a nadie, y menos cuando de beber te pediste una malteada de helado de plátano y caramelo. Este postre se llama puff y lo que hacen es meter una bola de helado entre dos rebanadas de brioche y lo calientan en una sandwichera redonda y muy caliente. Sí, es un placer glucémico.
Los helados están hechos con ingredientes naturales y aromáticos. Tienen de menta, lavanda, cardamomo, té verde o chai, pay de limón (adrenalina pura), jengibre con miel, vaya, son poco más de doce sabores. Todos ellos se pueden ir a la máquina para malteadas y resultar en una bebida fresca y cremosa, francamente una dulce fechoría. Pide una de peanut butter (mantequilla de cacahuate), para que veas de lo que hablo. Pueden ser con leche entera, deslactosada y hasta light, no vaya a ser.
Si ya tienes taquicardia porque cuidas mucho la figura: también hay nieves. Pide una de blueberry para que te acomode el metabolismo con sus antioxidantes y luego te puedas comer un brownie acompañado de un flotante –refresco con una bola de helado– con refresco light. Bueno, hay muchos tipos de nieves, prueba la de jamaica con mezcal. ¿Ya ves? Hay para todos.
De postre, te puedes pedir unas galletas recién horneadas.
Ven a que te pongan los Bigotes de Leche y no te espantes, porque qué sería de la vida sin estos placeres, que además, aquí supieron hacerlos con mucha calidad. Puedes pecar en sus mesas o bancas sobre la acera –pet y bike friendly–. También hay de todo para llevar y que compartas, ¿o mejor no?