Una palabra: chocolatín. Es lo que quedará en tu memoria a largo plazo después de visitar esta panadería. Definitivamente, Coyoacán tiene el ambiente relajado y casero que buscamos para tomar el café. Bella Rafaella no es ninguna excepción: es pequeño y tiene un vidrio para que veas cómo el panadero prepara y hornea, el calor y el aroma de los hornos invade, de manera reconfortante, todo el local.
“Siéntate, estás en tu casa”, me dijo el encargado después de ordenar un chocolatín. Es un pan bronceado a la perfección, tibio, ligeramente crujiente y relleno de chocolate que se ha derretido; Rafaella logró una receta seductora y estimulante al gusto, lo mejor que probé en este lugar (y en otros).
Sentarse en el tablón dentro de esta panadería es donde mejor se comen los productos de sus hornos, observando el proceso a través de la ventana.
Probé un café latte para pasar el chocolatín, su café es de granos de café chiapanecos, muy tostado e intenso, pero, la relación café y leche lo resolvieron perfectamente.
También puedes comer: es difícil escoger el pan para el sándwich, hay baguette y pan de caja, por suerte y recomendación de otro cliente pedí una chapata (recién horneada) de salami con queso crema y aguacate. Pídeles que la calienten un poco, el pan queda crujiente, está deliciosa.
Por cierto: roles de guayaba (no te la crees), crumbles, pasteles, brioche relleno, pan campesino, orejas, conchas, lo que sea, Bella Rafaella lo sabe cocinar.