Corría el año de 1978 cuando en Killaloe, provincia de Ontario, en Canadá, Grant Hooker y su esposa Pam iniciaron un negocio familiar con unos bocadillos que dieron a conocer como colas de castor (queues de castor en francés y beaver tails en inglés). Tenían la forma de una cola de castor hecha de masa frita con la receta típica de las ferias y reposterías de Norteamérica, a la que además, le espolvorearon azúcar y canela o le untaron crema de avellanas con chocolate (Nutella). Una receta para el éxito: la forma, el tamaño del antojo y los toppings, los colocaron rápidamente como un postre favorito que se contagiaría hacia Ottawa, luego a otras ciudades de Canadá y Estados Unidos. Ahora nos cayó el maple canadiense con la primera sucursal en México.
No te costará trabajo entender este antojo porque en México tenemos los churros fritos y los buñuelos. Ahora, si te vas a engolosinar con las colas de castor hazlo bien, sin rodeos y en tres pasos: el avalanche con cheesecake de caramelo; el triple trip con Nutella, crema de cacahuate y Reese’s Pieces; y por último, el maple, con glaseado a base del dulce néctar canadiense por excelencia. Tampoco te parecerá una mala idea la cola de castor de galletas con glaseado de vainilla o de manzanas con canela, sólo no olvides rematar con un chocolate caliente con bombones.