La misión de Don Ignacio queda clara en una pared: “hacer barbacoa como Dios manda”; y dicha especialidad se hace en hoyo, como se pidió desde el cielo.
Se ubica a unos pasos del Monumento a la Revolución, algo que exalta la mexicanidad de sus platillos clásicos, como carnitas, chalupas, tlacoyos, machitos, escamoles y tacos de cochinita, aunado a la cantera y la talavera a la vista.
Para entrarle en serio hay paquetes individuales, o para dos o cuatro personas, y desayunos que podrían ayudarte a curar la cruda más rápido de lo que canta un gallo: desde chilaquiles con barbacoa ($114), hasta buffet ($130) de lunes a viernes hasta las 12pm.
Ordené unas flautas de barbacoa con un espejo de salsa borracha, el sabor de la barbacoa era intenso, y en cierto punto salada, mas no cuando probé la carne sola, agregándole un toque más de salsa lo corregí. Por otro lado, el consomé de carnero servido con garbanzos, arroz y un chile de árbol, estaba excepcional porque su sabor no era tan penetrante como los de pueblo, sin embargo no perdía presencia.
La barbacoa se pide por taco, un cuarto, medio o un kilo ($585), incluye tortillas recién hechas y las salsas verde, morita y borracha, que no pican, mejor pide las martajadas o la de habanero.
De postre tienen diferentes opciones como pastel de elote o ate con queso, pero el pastel de piñón es un must. Está cubierto por crema batida, pero por dentro es de tres leches, lo que lo hace jugoso y trae piñones para la parte crocante.
Barbacoa Don Ignacio es un lugar para comer después de turistear, o para encontrar esta delicia mexicana todo el día.