Con poco más de dos meses de abrir sus puertas en el corazón de la Roma, Bao Bao Taiwanese Etery llega los recetarios más genuinos de la gastronomía callejera de Taiwán. Es un pequeño espacio con ambiente minimalista donde los pocos meseros pecan de atentos y la dueña pasa mesa por mesa preguntado al comensal su opinión y verificando que todo esté en orden.
En lo personal, confieso que nunca había probado este tipo de comida, por lo que revisé una y otra vez el menú para saber cuáles platillos eran los más representativos. Hay entradas, arroces, fideos, platos fuertes, postres y una gran variedad de bebidas, desde tés hasta coctelería.
Comencé con la sopa de res taiwanesa ($240), considerada el platillo nacional y que contiene res braseada y fideos en caldo que son de los ingredientes más usados con un sabor picosito pero muy reconfortante; continué con un bao bao de pollo frito ($80), del cual al principio el pan de ajonjolí se me hizo sin mucho sabor, pero conforme comía más, los sabores del pollo frito se mezclaban muy bien con el pan, haciendo un excelente equilibrio.
Por último, la elección del postre fue una tarta de pastelito de piña ($100) el cual es considerado el souvenir más popular pero convertido en tarta; definitivamente estaba muy sabroso, sin ingredientes fuera de lo común.
Mi acompañante eligió sopa de wonton ($190) con cerdo y camarón y fideos en caldo, también en una buena porción pero sin picante. Enseguida berenjenas con almejas ($220), que estaban salteadas en ajo y chile, una explosión de especias; y para cerrar un pastel de rueda bao bao ($110) con mucha matcha y pasta de frijol rojo, que en Taiwán se considera un dulce.
Cabe mencionar que en la carta no aparece ninguna refresco o aguas de sabor, solo una gran variedad de teteras (tés calientes), cocteles tradicionales o cafés. Las que elegimos fueron muy especiales, la mía un cold brew de la casa ($55) infusionado frío por 12 horas (que bien pudo tener mayor sabor), y el mi compañero una soda de jengibre y mascabada ($45) que se pasaba de dulce.
Y aunque los precios son un tanto elevados, los considero justos y razonables por la calidad y la cantidad de las porciones. Vale la pena probar y conocer cómo es una parte de la cocina oriental. ¡Buen provecho!
Teresa López