Hay alegría al hallar un lugar de cocina regional con sazón autóctona. Al interior de Galerías Plaza de las Estrellas (un centro comercial un poco godínez, por no decir, anodino), Bangkok, el restaurante tailandés más viejo de ciudad, cumple con su cometido: ofrecer sabores nativos y preparaciones apegadas a su cocina tradicional.
La cocina es pequeña. No obstante, de ella emergen platillos que gustan por su polifonía gustativa en cada preparación, una premisa básica en la cocina tailandesa. Dulce, salado, ácido y amargo recorren el paladar en cada bocado.
Leche de coco, curry verde y rojo, té limón, arroz al vapor y tallarines, chile y aceite de cacahuate son los ingredientes que se combinan en los platillos más tradicionales de Tailandia. Pareciera una combinación aleatoria (y alegre) de elementos, pero la construcción de los guisos más representativos es más o menos así: una base de tallarines o arroz al vapor, porción de proteína (cerdo, pollo, res o camarones), verduras (champiñón, brócoli, rabos de cebolla cambray, zanahoria) y salsa (de soya, de pimienta, curry rojo o verde, de coco, de cacahuate, de tamarindo, agridulce). En todo momento, la cocina de Bangkok juega con los elementos a su disposición y el resultado es que, seguro, regresarás con gusto.
En el menú encontrarás el phad tai, una mezcla de tallarines tailandeses, pollo, camarones, rabitos de cebolla cambray y salsa de cacahuate. El arroz khao phad saparot, uno de los clásicos de su cocina, llega a la mesa en media piña rellena de arroz frito con pollo y piña. Te recomendamos la sopa tom ka kai, que es picante por el chile de árbol; dulce por la leche de coco y ácida por el té limón, muy #yumiyumi. Si buscas algo con más punch, en definitiva el kheng khiowan kai, es para ti: curry verde bien picoso, leche de coco, arroz blanco y pollo.
Bangkok es un muy buen lugar en relación precio-calidad-sazón. Seguro lo marcarás como favorito de cocina tailandesa en la capital.