Bandido es mucho más que una simple cafetería para disfrutar de pan dulce y café; es una experiencia gastronómica que supera las expectativas.
Desde el momento en que entras, te sumerges en un ambiente acogedor con una decoración en tonos neutros que invita a disfrutar. Aquí la música tiene un lugar muy importante, por eso se enfocaron en un sonido de alta calidad para que brille su colección de viniles, pero a un nivel adecuado para propiciar una buena conversación. Además, al menos en mi visita, el servicio fue impecable.
Empezamos con un estallido de sabor con la poción kombucha de jengibre. En estas noches calurosas, nada como la frescura de esta raíz y las burbujas para refrescarnos. La acompañamos con la entrada de brie a la leña, con miel e higos, con toques dulces y crujientes perfectos como presentación a su concepto, un menú especializado en la cocina de leña.
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Y hablando del menú, las hamburguesas se veían tan bien que no pudimos ignorarlas. Llevan carne Wagyu, tanto la Smash como la Bandido Cheeseburger. Ambas son una mezcla de sabores que te dejarán muy feliz. El pan brioche en el que vienen es delicioso, y aunque quizás no sean las mejores hamburguesas que hayas probado, te dejarán con ganas de volver. No podemos olvidar las papas a la francesa, crujientes por fuera y suaves por dentro, aunque si no eres fan de la paprika, mejor pídelas sin ella.
Para cerrar como se debe, el pan francés con leche condensada fue perfecto para compartir, aunque el menú decía que estaba acompañado de dulce de leche. Si solo vas a caer por el café y el pan, no te decepcionará el cruffin de guayaba y el latte, que compiten con los mejores de la ciudad.
Eso sí, prepárate para una cuenta un poco elevada, pero valdrá cada centavo. Bandido es el lugar ideal para una caminata en el parque Lincoln seguida de un café y un panecito, o para una comida donde el pan es el protagonista indiscutible.
Adam Vázquez
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