Bambam Bakery es una pastelería tan bonita que parece joyería. Todas las galletas y los s’mores están dispuestos en exhibidores (porque de la vista nace el amor, dicen) y los pasteles, elegantes, están acomodados en vitrinas al centro. Pero los letreros de neón le dan al lugar una vibra más informal, acogedora e instagrameable.
Al fondo se ve el equipo que usan para preparar los postres: una batidora, unos tapetes de silicón y algunos racks para charolas. Nada más. Pero con eso se arman maravillas: pasteles de Ferrero, un pastelote de s’mores y unos coquitos, pequeñitos y con ese dejo a infancia.
La oferta de galletas es muy atinada: chocolate con granos de sal, chocolate blanco, chocochips y matcha. Concreta, pero no necesitamos nada más. Las galletas son suaves, llenas de sabor, grandotas y cumplidoramente ricas: seguramente has probado creaciones más modestas con mejor sabor.
¿Un valor agregago? ¡Las cajas! Son tan bonitas, que seguro encontrarás el modo de reciclarlas y ponerle orden a tu vida de una buena vez.
En Bambam Bakery no hay mesas, pero seguro pasarás un rato tomándote fotos para tu Instagram y escogiendo tus postres. Te sentirás, literalmente, como niño en dulcería.
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