Después de tres años del centro de producción de Bakers Panadería y Pastelería, los socios decidieron abrir una sucursal con café. Magnífico es el adjetivo que surge para este oasis local. El lugar está a unos pasos de Insurgentes y cerca del conjunto de librerías más visitadas por sureños y universitarios.
Hay baguettes, panes de caja en rebanadas con semillas y granos; roles de canela, pasteles con blueberries, cheese-cakes con zarzamora y brownies con nueces. También hay croissants, conchas de azúcar y las clásicas galletas con chispas de chocolate. Cualquier opción que elijas será un deleite y pensar en las lonjas está de más.
El café lo surte Café Avellaneda, otra de las joyas de Coyoacán. En Bakers me comentaron que además de ser proveedores, eran sus cuates por el conocimiento y experiencia que han tenido. De momento esta panadería abarca lo básico como el cappuchino, americano, expresso o flat white, además de tés, tisanas, smoothies y chocolates. Ya existe una propuesta de convertir este espacio en un recinto de barismo y especialidad cafetera.
Los productos son artesanales y los panes se hornean con mantequilla francesa, sabor que se nota al instante. Puedes confiar en la recomendación de la casa o darle rienda suelta al instinto. Las presentaciones enamoran desde que te asomas al lugar de colores muy neutros: paredes blancas, madera clara y una barra montada frente a un espejo coqueto.
Este local invita al respiro o a charlas de amigos, es un ambiente de paz y sugiere visitarlo de manera frecuente. Haré lo propio cuanto antes: un comensal me ganó el último emparedado del día, así que con suerte no me quedaré sin probarlo en la siguiente visita.