El chef Guillermo Tinoco (antes Corazón de Maguey) tiene puntería cuando se trata de la cocina mexicana, y en Anónimo le agregó un sentido más internacional para seguir con la experimentación.
Un alto y extenso domo cubre la casona y da la impresión de estar al aire libre, sumándole sus cuartos temáticos, todo bajo una decoración neoyorquina con grandes cuadros y candelabros.
Las tostadas de atún anónimo se montan en una pasta wontón, el sabor del marinado en salsa ponzu es de un agridulce agradable que además acentúa el toque de mango y aguacate que lleva encima. Los tacos de suadero de pato muestran gran destreza, con la carne curada en sal y anís y procesada en manteca.
La jaiba enchipotlada se monta en tortilla de betabel hecha a mano, luciendo como un coqueto y marítimo taco en rosa; cruje al morderse y lleva una salsa de macha con almendra tostada, atinada para equilibrar los sabores salados.
La despedida con el bizcocho de cocoa es buena para compartir, como una pelea de utensilios por ver quién toma más de la canasta de caramelo con helado de mascarpone. Y lejos de que en Anónimo haya incógnitas, el chiste es descubrir qué inspira cada platillo.