No es común llegar a un lugar y tener contacto directo a primera estancia con el Chef, sin embargo, esta vez así fue ¡Gran comienzo!
Platillos que van en sintonía con la personalidad del chef (un sonriente Alejandro Cabral), amigables con la vista y el gusto, diversidad de texturas y sabores en conjunto con un lugar donde el minimalismo va de la mano.
Viendo de frente al lugar, se nota la división en dos pisos, planta baja con para el Wine Bar de Alba Cocina Local con selecciones como merlot, cabernet sauvignon, chardonnay y barbera de regiones como Argentina, España, México, Italia y Francia.
En la parte alta el restaurante están las mesas alineadas, copas brillosas, luces amenas y una carta en donde encuentras opciones complementadas con vegetales traídos del huerto de productores locales. Los meseros son muy atentos, así que no dudes en preguntar acerca de algo sino lo entiendes.
Lo primero que probé fue una de las especialidades: betabeles. Llegaron a la mesa con una interesante degradación de color entre fucsia y rosa, buen contraste con el amarillo del puré de plátano. Se sintió dulce pero con una propuesta agradable, ya que no hostigaba.
Seguí con una tostada de jaiba que me sorprendió en presentación: era un estilo de tostada inversa, de porción suficiente pero tuve que compartirla ya que percibí cierto amargor que me aturdió al paladar.
Finalicé con una deconstrucción de bavaresa, un lindo plato cóncavo con un pincelazo de merengue flameado acompañado de helado y frutos rojos. Lo dulce del helado y el merengue con la acidez de los frutos rojos hicieron buen equilibrio.
No podían faltar bebidas de acompañamiento, de su barra de coctelería elegí un coctel de frambuesa a base de mezcal y un toque muy singular que le dada ancho reyes. Hay opciones más tradicionales a base de gin y unas sodas hechas en casa súper refrescantes, mi preferida fue la de jengibre.
Cuando casi terminaba de comer, Alejandro se acercó y me presentó unas maravillosas trufas traídas desde Italia que utiliza en para preparar hongos de temporada; eran de diferentes tamaños y tenían un aroma muy intenso, entre tierra, bosque y caracol. Pretexto perfecto para regresar a probarlo y para constatar que en Alba Cocina Local reina la frescura. Brenda Olvera